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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Y a silbar a los cómicos llamaban, consiguientemente, mosquetear, verbo que falta en el dicho léxico. Ruiz de Alarcón, en el acto I de Mudarse por mejorarse: «REDONDO. ...Representante afamado has visto, por sólo errar vna sílaba, quedar a silbos mosqueteado

Entre el clero, que fue muy numeroso, acudió lo más afamado de la vicaría en el canto fúnebre, y, por ende, no faltó el párroco de Zarzaleda, que era una especialidad muy admirada, y no sin razón de fundamento, para entonar el Dies irae con su voz atenorada y vibrante, que ponía los pelos de punta a los fieles más duros de conmover; y concurrieron también con estos párrocos muchos de sus feligreses que, sin parentesco ni afinidad personal alguna con el difunto, eran fervientes admiradores de su buena fama.

En 8.º con 228 páginas, seguido de la Relación histórica de todas Misiones de los PP. Franciscanos en las Indias y proyecto para nuevas conversiones en las riberas del afamado río Marañón; Memorial dirigido al Rey Carlos III el 28 de Mayo de 1781 por Fr. Francisco Alvarez de Villanueva. Madrid, imprenta de Tomás Minuesa, 1893, 3 pesetas.

Un chico tan sin segundo, tan extraordinariamente dotado por Dios en talento y finura, no podía degradarse en oficios mecánicos y bajos menesteres. Darle carrera poco lucida habría sido contrariar sus altos destinos. Tenía doña Laura un hermano, que era y es afamado ortopédico de Madrid, hombre que ha labrado una fortuna en su taller.

El recién llegado era nada menos que D. Antonio Salabert, duque de Requena, el célebre Salabert rico entre los ricos de España, uno de los colosos de la banca y el más afamado, sin disputa, por el número y la importancia de sus negocios. Había nacido en Valencia. Nadie conocía a su familia.

Al salir, le palpitaba el corazón fuertemente, los ojos le relucían, las mejillas se coloreaban, los pies bailaban sobre la escalera con redoble firme y alegre. Es que el doctor Ibarra, el médico más afamado de la corte, un sabio respetado en toda Europa, un semidiós de la ciencia, le acababa de prometer la vida. ¡La vida! Al poner el pie en la calle, la encontró hermosa y amable como nunca.

Residia en Algeciras un astrólogo afamado, cuyo nombre era Adh-dhobí. No bien subió Hixem al trono, le mandó llamar para que le predijese su destino, lo que el astrólogo rehusó hacer al pronto temiendo desagradar al nuevo rey.

Encomendó An-nasír los planos del palacio de Azzahra al arquitecto mas afamado que habia á la sazon en Constantinopla, emporio de las artes en aquel tiempo. Distribuyóse la obra en tres partes ó secciones.

LA CONDESA. Usted, querida mía, desea amueblar su palacio; hubiera podido llevarla a casa de algún afamado tapicero, que le habría proporcionado un decorado cualquiera; usted hubiera tenido ese interior banal que se ve en casa de todos los nuevos ricos. Yo he preferido traerla a casa de la señora Maschine. LUCY. ¿Quién es ésta...? ¿Una tapicera...?

Esa cara está respirando salud me dijo . Veremos lo que dice hoy D. Pedro Nolasco cuando te vea. ¿Y quién es ese D. Pedro Nolasco? pregunté, sospechando fuera algún médico afamado de la vecindad. ¿Quién ha de ser, hijo? El albéitar, que vive en el cuarto número 14. Aquí no gastamos médico porque es bocado de príncipes.

Palabra del Dia

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