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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Hija mía, lo siento mucho, le dije, pero yo no mantengo clases pasivas. No faltó quien celebrase el chiste y quien admirase la firmeza de corazón del empedernido seductor. Mario no pudo reprimir un gesto de repugnancia. Aquel rasgo de crueldad expresado en forma tan cínica le dio frío.

El joven atravesó la plaza de Armas y se encaminó en derechura al pórtico del alcázar sin detenerse un punto á mirarle, á pesar de que pertenecía al gusto del renacimiento y era harto bello y rico para no llamar la atención á un forastero; pero fuese que nuestro joven no se admirase por nada, fuese que le preocupase algún grave pensamiento, fuese, en fin, que comprendiese que es más fácil hacerse paso cuando se camina de una manera desembarazada, altiva y como por terreno propio, la verdad del caso fué que se entró por las puertas del alcázar como si en su casa entrara, alta la frente, la mano en la cadera y haciendo resonar sus espuelas de una manera marcial sobre el mármol del pavimento.

Los habitantes de esta encantadora población tienen sangre hispana y son generosos y hospitalarios. Admírase allí una riquísima floresta que por todas partes brota, convirtiendo aquella comarca en vergel delicioso que compite en hermosura con los cármenes granadinos.

dijo Aresti sintiendo de nuevo la necesidad de mentir, para que le admirase aquel pobre hombre. Estuve cuando la última peregrinación. El hermano modificó sus palabras y gestos. Ya no era Aresti para él uno de tantos viajeros de los que llegaban atraídos por la curiosidad; muchos de ellos, extranjeros herejes, procedentes de países que despreciaban á la Compañía.

Don Jacinto se alucinó de tal suerte, que ni por un instante pensó que en esto pecaba; pero un día habló de ello al padre Atanasio, su confesor, y habló, no como revelándole una culpa suya, sino para ponderar la virtud penitente de la Caramba y para tratar de que el padre Atanasio la conociese y admirase.

Ella giraba fría e insensible, con la altivez asexual de una virtud ruda, huyendo de los saltos y contorsiones varoniles, presentando la espalda con gesto de desprecio, y el fatigoso trabajo de él consistía en colocarse siempre ante sus ojos, en ponerse ante su paso, en salirle al encuentro para que le viera y le admirase.

Palabra del Dia

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