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Actualizado: 18 de mayo de 2025
18 Entonces también los que durmieron en el Cristo son perdidos. 22 Porque de la manera que en Adán todos mueren, así también en el Cristo todos serán vivificados. 23 Mas cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24 Luego el fin; cuando entregará el Reino al Dios y al Padre, cuando quitará todo imperio, y toda potencia y potestad.
A la puerta de aquel suntuoso edificio se leía una inscripción latina que traducida al castellano dice así: Para perpetua memoria D. Juan de Córdoba Centurión de Adan, hijo del marqués de Estepa del consejo del Rey de España Felipe el Grande atendiendo al interés que pudiera ofrecer á la posteridad, recogió con esmero estos fragmentos mutilados de los tiempos antiguos, esparcidos violentamente por el territorio de Estepa, salvándolos así en lo posible de su completa destrucción y procuró colocarlos con este orden, consignando los nombres de los lugares de donde fueron extraidos, para que cada uno de ellos conservase el honor de su antigüedad.
Oye, Adán: ya que no tienes nada que hacer, podías entretenerte poniendo la mesa. Otras veces Eva se mostraba injusta y cruel. Adán, lávame los platos. Es una vergüenza que estés ahí, mano sobre mano, mientras yo me mato de trabajar. Pero en ciertas ocasiones tomaba el tono de una súplica dulce y acariciante.
Y la palabra «¡líquido!» aplicada a cuanto creía falso o insignificante por no usar otra más irreverente que comenzaba por la misma letra tomaba en sus labios una expresión rotunda de desprecio. «Lo de Adán y Eva» era para él motivo de sarcasmos.
El enemigo de los clérigos y de Adán y Eva guardaba a su maestro un secreto que le hacía mostrarse reservado y grave cuando le veía en la casa entre su madre y la señora Carmen. ¡Si supieran estas mujeres lo que él sabía!
Y á impulsos de su rabia, desgarraba sus trajes más originales apenas terminados, buscando además camorra al pobre Adán, para acusarlo de ser el único autor de la pérdida del Paraíso. Sí, tú fuiste, ¡no lo niegues! gritaba ella . Tú me hiciste perder aquel jardín tan agradable y distinguido, con todas mis brillantes relaciones.
Pensaba en la caterva de pequeños encerrada en el establo, que iba á quedar privada, por su culpa, de tan generoso reparto. Al fin murmuró, aproximándose á Adán: Voy á enseñar los otros al Señor. Ya es tarde objetó el marido . Sería pedirle demasiadas cosas, y el Señor puede enfadarse.
El día en que creó Dios al hombre, a la semejanza de Dios lo hizo; 2 macho y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. 4 Y fueron los días de Adán, después que engendró a Set, ochocientos años; y engendró hijos e hijas. 5 Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió.
Y como resultado de esta desigualdad en el trabajo, las mujeres parecen las hijas de sus esposos, y éstos mueren, generalmente, mucho antes que ellas. Yo no sé verdaderamente quién murió antes, si Eva ó Adán continuó el viejo ; pero apostaría, sin miedo á perder, que fué el pobre Adán.
Viendo que nada conseguía, se puso serio, tan extraordinariamente serio que parecía un hombre. La miraba con sus ojazos vivos y húmedos, expresando en ellos y en la boca todo el desconsuelo que en la humanidad cabe. Adán, echado del paraíso, no miraría de otro modo el bien que perdía. Jacinta quería reírse; pero no podía porque el pequeño le clavaba su inflamado mirar en el alma.
Palabra del Dia
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