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Estaba dado al diablo con aquello y, pensando qué hacer, se acordó de convidar al pueblo, para otro día de mañana despedir la bula.

Jacinta tuvo ya en la punta de la lengua el lo todo; pero se acordó de que noches antes su marido y ella se habían reído mucho de esta frase, observándola repetida en todas las comedias de intriga.

Se sentó junto a la mesa y empezó a hojear el diario, sin encontrar lo que buscaba. Observó que algunas páginas estaban arrancadas. De pronto, se acordó. Hacía cinco años, con motivo de un registro practicado por la policía en casa de un colega suyo, se había asustado tanto que había arrancado de su diario las páginas comprometedoras y las había quemado.

Iban á prolongar su agonía, gracias á ellos, por unas horas. Tal vez si llegaban hasta el amanecer podrían ser descubiertos por algún buque. ¡Pero él!... De repente se acordó del Tritón... Su tío también había muerto en el mar: todos los más vigorosos de la familia venían á perderse en su seno. Durante siglos y siglos había sido la tumba de los Ferragut; por algo le llamaban «mar nuestro».

Hizo un ademán como si buscase el pañuelo en su bolso de mano. Miguel se acordó de aquel joven que Castro había visto en los últimos años al lado de Alicia. Tal vez era éste el que provocaba su emoción y le impedía hacer el viaje. «¡El amor! se dijo mentalmente . ¡El amor, cuando ya ha pasado la juventudQuiso torcer el curso del diálogo, y le preguntó por el duque de Delille.

34 Si los mataba, entonces le buscaban; y se convertían, y buscaban a Dios de mañana. 36 Mas le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le mentían, 39 Y se acordó que eran carne; soplo que va y no vuelve. 40 ¡Cuántas veces lo ensañaron en el desierto, lo enojaron en la soledad! 41 Y volvían, y tentaban a Dios, y ponían límite al Santo de Israel.

¡¡El chino Quiroga!! El alcahuete de los... ¡Cállate, hombre! Al fin, prosiguió Makaraig, iban á encarpetar el espediente y dejarlo dormir por meses y meses cuando el P. Irene se acordó de la Comision Superior de Instruccion Primaria y propuso, puesto que se trataba de la enseñanza de la lengua castellana, que el espediente pasara por aquel cuerpo para que dictaminasen sobre él...

Pensó Lotario que aquel hombre que había visto salir tan a deshora de casa de Anselmo no había entrado en ella por Leonela, ni aun se acordó si Leonela era en el mundo; sólo creyó que Camila, de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro; que estas añadiduras trae consigo la maldad de la mujer mala: que pierde el crédito de su honra con el mesmo a quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega a otros, y da infalible crédito a cualquiera sospecha que desto le venga.

Recordó su cara aterrada, él que en todo conservaba su sangre fría y empezó á reflexionar. Una idea apareció clara á su imaginacion: la casa iba á volar y Paulita estaba allí, Paulita iba á morir de una muerte espantosa... Ante esta idea todo lo olvidó: celos, sufrimientos, torturas morales; el generoso joven solo se acordó de su amor.

El deseo más ardiente de Margarita, se vió, sin embargo, cumplido. En el tercer año de su unión el Cielo le acordó una hija, que recibió el nombre de Elena. Pero su alegría fué de corta duración; la niña nació enferma, y al cabo de dos o tres semanas se puso tan flaca que no cupo duda de que viviría poco tiempo más. Podéis imaginaros la desesperación de la señora.