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En principio habíales dicho: «Acepto la espada, lo acepto todo; pero vosotros sabéis que fui herido en el brazo derecho, cuando mi duelo con Monthélin; a consecuencia de esta herida, tengo un poco de debilidad en este brazo; es poca cosa, y tal vez depende del estado de la temperatura, pero, en fin, tal vez no me moleste en el terreno.

Y por ahora no os quiero decir más, sino que subáis a las ancas deste mi caballo hasta la venta, y allí cenaréis conmigo, y por la mañana seguiréis el camino, que os le Dios tan bueno como vuestros deseos merecen. El paje no aceptó el convite de las ancas, aunque el de cenar con él en la venta; y, a esta sazón, dicen que dijo Sancho entre : ¡Válate Dios por señor!

La consabida mujer le salió al encuentro, después de haber tendido otra vez en el suelo su mantilla, y aceptó con cierta solemnidad la jarra y el vaso que el marinero le ofreció; en seguida colocó éste el pan y el queso sobre la mantilla, y sacó del bolsillo una navaja; calló de repente la concurrencia, lanzó el quinto gemido la mujer del glorificado, relamiéronse con fruición sus tres hijos, y la que tenía la jarra llenó con admirable pulso, hasta los bordes, el primer vaso de aguardiente.

27 El buey, o el cordero, o la cabra, cuando naciere, siete días estará mamando de su madre; mas desde el octavo día en adelante será acepto para ofrenda de sacrificio encendido al SE

Aunque la liturgia mozárabe fué sustituída desde el año 1000 por la romana, aceptó, sin embargo, ésta los himnos y antífonas como elementos esenciales de ella . También parece que, ya desde época anterior, se empleó á un tiempo en los cánticos religiosos la lengua vulgar y la latina.

Aceptó este marino al hijo de su camarada sin papeles de viaje. El arreglaría la irregularidad con sus amigos de Génova. Entre capitanes se debían estos servicios; y Ulises Ferragut, que esperaba á su hijo en Nápoles así lo afirmó Esteban , no iba á perder el tiempo en vano por unas formalidades oficinescas.

7 Cierto que si bien hicieres, será acepto; y si no hicieres bien, a las puertas duerme el pecado, y a ti será su deseo, y te enseñorearás de él. 8 Y habló Caín a su hermano Abel; y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató. 9 Y El SE

17 que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo. 18 Porque el que en esto sirve al Cristo, agrada a Dios, y es acepto a los hombres. 19 Así que, sigamos lo que hace a la paz, y a la edificación de los unos a los otros. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida.

Movida por la curiosidad y espoleada por su instinto de mujer perdida, aceptó Carola la proposición; pero lo que más inclinó su ánimo fue aquella remota posibilidad de que llegasen a ser suyos los muebles a que se refirió el vejete. Si no había mentido, y cuenta que el caso, por lo vulgar, parecía verosímil, no era soñar con lo imposible.

Hablaba con sus compañeros de mesa, pero sin apartar la atención del exterior, con el hábito de vivir a todas horas pronta a la resistencia o a la fuga, cifrando su honra en no ser sorprendido nunca. Cuando acabó de comer aceptó de Potaje un vaso más, el último, y quedó con una mano bajo la mandíbula, mirando hacia afuera, entorpecido y silencioso por la digestión.