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Actualizado: 6 de octubre de 2025
Lo dice Maltranita, que es un mozo que escribe y ha tratado a muchas eminencias...». Ojeda rio de la seriedad con que relataba su amigo estos accidentes de la vida de a bordo.
Sabe usted que las virtudes que uno pueda tener, arguyó gravemente el P. Sibyla, no son como los brillantes que pueden pasar de mano en mano, venderse y revenderse... residen en el ser, son accidentes inherentes en el sujeto...
Esta soberbia decoracion, que tanto me seduce y encanta, hermosea á mis ojos las calles de Torino, cierra majestuosamente los horizontes con montañas de plata que al esplendor del sol deslumbran, nos ofrece dentro de la ciudad las espléndidas magnificencias con que Dios engalanó su perfecta obra, y embellece todo, el cuadro y los accidentes.
Quería meterle a don Álvaro por los ojos, y después de la conversación de la tarde anterior con Mesía, no pensaba en otra cosa. Por la mañana había ido a casa de Quintanar, quien se paseaba por su despacho en mangas de camisa, con los tirantes bordados colgando: representaban, en colores vivos de seda fina, todos los accidentes de la caza de un ciervo fabuloso de cornamenta inverosímil.
Fué el suceso notable, y en que claramente se muestran, cuan varios son los accidentes de una guerra, pues algunas veces las victorias y pérdidas nacen de causas ni previstas, ni esperadas.
En el ajedrez, el rey y la reina se mueven con el mismo propósito: dar jaque-mate al otro reinado; es la lucha del matrimonio de monarcas blancos contra el matrimonio de monarcas negros. La lucha es clara, simple, aparte la complejidad de los accidentes de la batalla ajedrecista. No ocurre así en la vida.
Pero ya hemos observado tambien, que á mas de esta relacion, habia la negacion de estar inherente á otro ser, como las modificaciones lo están á ella; cuya negacion supone una perfeccion que exime de la necesidad de inherencia á que están sometidos los seres endebles y transitorios que apellidamos accidentes ó modificaciones.
La otra orilla está más próxima, pero el bosque impide ver los accidentes del suelo; no hay ni un claro entre las ramas que permita ver prados, campos y rocas; los troncos de los árboles, tocándose unos con otros, las branchas entrelazadas y las lianas y los tapices de hojas y plantas parásitas, limitan completamente el paisaje.
Si puede reunirse mas riqueza de accidentes y detalles, es cuestion que solo puede resolverla favorablemente la plaza de la Concordia, á la cual voy á conducir inmediatamente al lector. Desconfío de poder dibujar con tintas exactas tan portentoso sitio. Es cosa sabida que no tiene rival en el mundo.
Hay así muchos accidentes que se presume que son involuntarios; ¡quién sabe si la dicha no depende en gran parte de la voluntad de ser dichoso!... Dios la oiga, mi querida Magdalena dije, usando una expresión que no había vuelto a emplear hacía ya tres años. Pronunciando estas últimas palabras me levanté embargado de un enternecimiento que no era dueño de ocultar.
Palabra del Dia
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