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Los otros tres puestos de que aquí no se habla, que son Melincué, Bragado Grande y los Huesos, no tienen las aguas tan permanentes, ni los pastos con tanta abundancia, y se hallan los dos últimos muy inmediatos á los otros puestos. Buenos Aires, 22 de Enero de 1773. Extracto resumido de lo que ha ocurrido en la expedicion del descubrimiento de la Bahía sin Fondo, en la Costa Patagónica.

Pero como no sucedía así, los meses corrían y hasta los años, y Cafetera, lejos de llegar á capitalista, perdió los últimos pingajos de su vestido, ganando en cambio muchas nociones de baraja y no pocos títulos de borracho sobre el que ya tenía bien merecido. Entonces comenzó á mirar con desaliento la mezquindad de la Dársena, y la penuria de su explotación legal.

Aún vagaban por las calles algunos mascarones, últimos recuerdos de la pasada fiesta. Maltrana les sonreía, encontrándolos interesantes; también por su imaginación se paseaban como máscaras las más abigarradas ilusiones. Con la alegría del bienestar, emprendió a pie su marcha hacia los Cuatro Caminos.

Ofrecían sus casas en remotos lugares del interior, y los que continuaban el viaje sonreían agradecidos, cual si pensasen hacerles una visita dentro de breve plazo. Todos se habían vestido trajes de calle, lo mismo los que se quedaban en Río Janeiro que los que seguían la navegación. Estos últimos eran los más impacientes por bajar a tierra.

Enfebrecido por el confuso rumor de los diálogos y el aire denso de la sala, Ramiro tuvo que reconcentrarse un momento, sintiéndose penetrar hasta el fondo del ser por la pasión que exhalaban aquellos últimos relatos.

Por eso escribo hoy acerca de La Puchera, no precisamente por ser obra montañesa, sino por ser el mejor libro de amena literatura que en estos últimos tiempos ha aparecido en España. Quién sea Pereda, y cuál el valor de sus escritos, no necesito yo declarárselo a un público que ya comienza, aunque algo tardíamente, a hacerle justicia y a conocerle y admirarle.

»La Casa de la Salina se fundó en los últimos años del siglo XV, en que tuvo lugar la tradición referida. Los escudos de cinco estrellas que en la fachada, en el interior y por todas partes del edificio se encuentran, no dejan lugar á dudas sobre la familia á que pertenecía el fundador. El escudo es de los Fonsecas.....

Pronunciando el aco ang bahala, emprende todos los actos de su vida; y murmurando el talagá nang Dios, arroja el primer puñado de tierra sobre los últimos restos de la que le dió el sér, ó sigue con estóico indiferentismo el féretro del fruto de sus amores, sin que jamás se le ocurra protestar ni con la lengua ni con los ademanes de su profunda y filosófica frase.

Fuera de la alquería, por la parte de la torre, sonaban tiros. ¡Otro ataque al señor, lo mismo que dos noches antes!... Pepet, al escuchar los últimos disparos, pareció alegrarse. Eran de don Jaime: conocía el estampido de su revólver. Pep había encendido el farol que le servía para salir al campo, su mujer cogió el candil, y todos corrieron cuesta arriba hacia la torre, sin pensar en el peligro.

Los aventureros y jugadores son supersticiosos: Arturo declaró un día que la criatura llevaba la suerte a Campo Rodrigo, y a la verdad el campamento no había sido desgraciado en los últimos tiempos. Así, pues, éste fue el nombre convenido, con el prefijo de Tomasín, para hacerlo un poco más cristiano. No se hizo alusión alguna a la madre, y el padre poco importaba.