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Actualizado: 1 de julio de 2025
A las dos de la tarde hallándonos prontos, seguimos la marcha en conserva de dicho mayor y en demanda del Bragado Grande, costeando la cerrillada por la parte del E. A las seis paramos junto á una lagunita, habiendo andado 6 leguas por el rumbo del SE: se halla este terreno con la ventaja que el del dia primero. Dia 5.
Lo que hemos perdido, en parte, nosotros replicó Lorenzo; y estoy maravillado... estoy absorto, viendo esto y pensando que hace cuarenta años, no más, que los indios salvajes llegaban hasta aquí. ¿Aquí?... ¿al Bragado?... preguntó Ricardo.
El tren acababa de entrar en la estación del Bragado, y de entre la concurrencia bastante numerosa que ocupaba el andén había salido este grito: ¡Señor Melchor Astul! El llamamiento se repitió hasta que, parado el convoy, descendieron los tres amigos, y Melchor, impresionado y nervioso, abriéndose paso por entre la concurrencia, respondía a los llamamientos gritando: ¡Aquí!... ¡Aquí!...
Al día siguiente nuestros testigos poníanse a trabajar; mi adversario, un tal Gómez Ocervo, español, exigió la espada. Esto es muy desagradable para mí, porque no sé coger un florete. ¡Me bato mañana, y seré incapaz de defenderme...! EUSTAQUIO. ¡Creo conocer a su adversario...! ¡Calle...! ¡Ocervo...! ¡Pertenece a la sala Massena...! ¡Es un tipo muy bragado...!
Después de un breve silencio, dijo Lorenzo: Cómo se quieren, ¿eh?... Y cómo tarda Melchor respondió Ricardo, asomándose por la ventanilla. Melchor, entretanto, contestaba al telegrama de Clota, que decía así: «Señor Melchor Astul. Bragado. En el tren de las 11,20 a. m. Y yo vivo en ti; viajo contigo, porque te has llevado mi pensamiento. Clota.»
¡Mozo!.. gritó Melchor. ¡Vengo! repuso éste, alzando la voz. ...Y cigarros. ¡Conforme! Estaba pensando que hemos hecho una zoncera en quedarnos aquí. Efectivamente; habríamos tenido tiempo de dar una vuelta por la ciudad. Lo han pensado tarde, porque ahí tocan la campana dijo Melchor, agregando: ¡Lo que se ha perdido el Bragado!...
Muchos aplausos. Llegó el cuarto toro, que correspondía de nuevo al Cigarrero. Era un Veragua colorado listón, bragado, ojinegro, abierto de cuerna y de buena estampa, como casi todos los del Duque; un bravo y hermoso animal. Merluza le colgó un buen par al cuarteo. El Serranito cogió después los palos, y en cuanto el público le vio en medio de la plaza, aplaudió. ¡Ole tu mare, saleroso!
Al amanecer continuamos la marcha hasta las once: á las dos caminamos lo mismo, costeando la cerrillada hasta las seis que llegamos al Bragado Grande, donde se halla acampado el Sargento Mayor D. Pascual Martinez. Anduvimos 10 leguas por el rumbo de E: hallamos el terreno como el del dia anterior. Dia 6.
Los otros tres puestos de que aquí no se habla, que son Melincué, Bragado Grande y los Huesos, no tienen las aguas tan permanentes, ni los pastos con tanta abundancia, y se hallan los dos últimos muy inmediatos á los otros puestos. Buenos Aires, 22 de Enero de 1773. Extracto resumido de lo que ha ocurrido en la expedicion del descubrimiento de la Bahía sin Fondo, en la Costa Patagónica.
Palabra del Dia
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