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Sin embargo, uno puede equivocarse. No es solamente el demonio el que ha hecho todos los seres de aspecto raro. Quiero referirme a los sapos y otras alimañas parecidas, porque con frecuencia son inofensivas; y hasta son útiles para destruir los insectos.

Ya puede V. imaginarse que yo iba gozando como los ángeles en el paraíso y pendiente de los labios de aquella niña, que al referirme todas las nonadas infantiles de su vida, parecía infundir en mi alma encantada la ciencia de la dicha. Sin embargo, no podía desechar cierta vaga inquietud que turbaba mi alegría.

Otra, no tengo porque referirme a ella poniendo discreción en mis palabras; figura en situaciones que hacen de él un hombre público; o le conoce usted o probablemente llegará a conocerle, y no creo disminuir en lo más mínimo sus méritos revelándole a usted la modestia de su linaje.

Ya puede V. imaginarse que yo iba gozando como los ángeles en el paraíso, y pendiente de los labios de aquella niña, que al referirme todas las nonadas infantiles de su vida, parecía infundir en mi alma encantada la ciencia de la dicha. Sin embargo, no podía desechar cierta vaga inquietud que turbaba mi alegría.

Llevome, pues, de ministerio en ministerio: de dos empleos con los cuales contaba, habíase llevado el uno otro candidato que había tenido más empeño que él. ¡Cosas de España! me salió diciendo, al referirme su desgracia.

La acusación se refleja con vibrante intensidad en las páginas para siempre llenas de un sugestivo encanto del más amable entre los maestros del espíritu moderno; en las seductoras páginas de Renán, a cuya autoridad ya me habéis oído varias veces referirme y de quien pienso volver a hablaros a menudo. Leed a Renán, aquellos de vosotros que lo ignoréis todavía, y habréis de amarle como yo.

Ya puede V. imaginarse que yo iba gozando como los ángeles en el paraíso, y pendiente de los labios de aquella niña, que al referirme todas las nonadas infantiles de su vida, parecía infundir en mi alma encantada la ciencia de la dicha. Sin embargo, no podía desechar cierta vaga inquietud que turbaba mi alegría.

Las palabras y los deseos de Vuecencia dijo aquí el aludido, plegándose casi en dos mitades iguales son órdenes y enseñanzas para este su humilde servidor; pero como, por lo mismo, le debo toda la verdad de lo poco que se me alcanza, quisiera advertir a Vuecencia, con el debido respeto, que no me refería tanto a lo que pudiera llamarse gastos de representación de esta ilustre familia, cuyo necesario esplendor eso y mucho más reclama, cuanto a otros independientes de ellos, y que no son los que menos agujeros han abierto en la criba a que tuve el honor de referirme antes.

Pasó entonces un incidente misterioso y sensible, que relataré sencillamente sin esforzarme en darle una explicación. Sobre la mesa de la entrada había un pañuelo de seda, propiedad sin duda de la criada a quien acabo de referirme. Mientras Ah-Fe tentaba el cerrojo con una mano, descansaba ligeramente la que le quedaba libre en la mesa.

Jamás cambie usted respecto del sentimiento nativo que tiene usted tocante a las unas; y cuanto a los otros espere que llegue el día en que los conozca. «Escríbame con más frecuencia. No me diga que ya conozco su vida y que no tiene nada que referirme.