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Escríbame usted añadió estrechándome entre los brazos con verdadera emoción. De mi parte prometo hacer otro tanto. Animo y buena suerte. Todo le favorece para alcanzarla. Apenas había ocupado su asiento en la alta banqueta, cuando el mayoral tomó las riendas. ¡Adiós! repitió con una expresión en el rostro que revelaba a la vez ternura y satisfacción.

Benítez, el joven de pocas palabras y muchos estudios, observador y taciturno, había permitido a su enferma, a la Regenta, que escribiera, si este ejercicio la distraía, a ciertas horas en que la aldea no ofrece ocupación mejor. «Escríbame usted a , por ejemplo, de vez en cuando, diciéndome lo que sabe que importa para mi pleito.

Jamás cambie usted respecto del sentimiento nativo que tiene usted tocante a las unas; y cuanto a los otros espere que llegue el día en que los conozca. «Escríbame con más frecuencia. No me diga que ya conozco su vida y que no tiene nada que referirme.

Le manifesté que me era imposible saber quién era, a lo cual replicó él, insistiendo: Cuando regrese, vigile los movimientos de su titulado amigo Seton, y entonces puede ser que tenga oportunidad de conocer a su amigo, cuyo retrato le he mostrado. Una vez que esto suceda, escríbame, y déjemelo a mi cargo.

Dícenme que en ese lugar hay bellotas gordas: envíeme hasta dos docenas, que las estimaré en mucho, por ser de su mano, y escríbame largo, avisándome de su salud y de su bienestar; y si hubiere menester alguna cosa, no tiene que hacer más que boquear: que su boca será medida, y Dios me la guarde. Deste lugar. Su amiga, que bien la quiere, La Duquesa.

Delaberge se aproximaba suavemente al hijo de Miguelina... Deseaba sentir el roce de su persona, esperando que este contacto había de recalentar un poco su corazón; después le dijo con voz en que vibraba no se sabía qué de paternal: Cuando esté en Rosalinda, acuérdese de que los tímidos no triunfan jamás y pues ama usted a la señora Liénard, no tema abrirle francamente el corazón... No se detenga a la mitad del camino... Por otra parte, ¿quién ni qué podría hacerle dudar?... Es usted digno de ella por la educación, por el espíritu y por el carácter... Y en el caso de que, para antes de casarse, desease haberse hecho una situación que satisficiese su amor propio haciendo valer su personalidad, escríbame... Yo puedo procurarle un puesto honroso en alguno de los servicios que dependen del ministerio de Agricultura... Ya ve cómo era usted muy injusto conmigo al considerarme como un obstáculo para sus más caros deseos; por el contrario, yo no pido sino encontrar los medios para apresurar su realización...