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El amor se alimenta principalmente de dificultades, le placen los terrenos movedizos batidos por la borrasca. El de ellos no pudo hallar tierra más adecuada ni circunstancias más favorables para su germinación. Como se sospechaba en Lancia, el matrimonio de Amalia con D. Pedro fue impuesto a aquélla por su familia, que agonizaba de hambre.

Por fin, dejó que el cura la bautizase con el nombre de Leonor. Pero como si nada. Al marcharse le dijo al párroco: «Será Leonora por razones que le placen al padre y que no comprendería usted aunque yo se las explicase». ¡Qué tremolina aquella!

Cuanto á eso, repuso Tristán, no me pesa haber perdido, pues hace una hora resolví irme con vos, que me placen vuestro talante y la vida de soldado, para la que me creo nacido. Sin embargo, hubiera querido daros una costalada y ganarme el cobertor de pluma.

Bien pronto, la proa de la escampavía se hundió también, y los que sobrevivieron a este desastre se subieron al palo de mesana, el único que había quedado en pie, y era cosa curiosa ver este palo, sobre el cual las cabezas de aquellos hombres estaban agrupadas, y que se me perdone la imagen como las cerezas sobre esos ligeros bastones que tanto placen a los niños.

Sólo se conocen dos ó tres especies de peces cosmopolitas, y contadísimos son los que frecuentan la alta mar. La mayor parte son litorales y no se placen más que en ciertas costas. Los peces de los Estados Unidos pertenecen á otras especies que los que habitan en Europa. Añadid ciertas especialidades de gusto que aunque no los encadenan del todo, los retienen.

Se le ve en la cara el odio que guarda á su verdugo, y á la verdad, me placen los hombres que saben preparar una venganza justa y mostrar un poco de hiel cuando llega la ocasión. ¿No sería más humano y más noble mostrar un poco de amor al prójimo? preguntó Roger. Sermoncico tenemos, dijo Simón.

No, yo no soy exigente respecto a la manera de vestir de los jóvenes que me placen; pero, hay dos cosas que estimo mucho: un buen bailador cuando bailo y un interlocutor amable cuando hablo. Y como usted está de mal humor hoy, suya es la culpa si le dejo. Dicho esto, alegremente, con la dulce entonación que le era habitual, María Teresa se esquivó y corrió a reunirse con sus amigas.