United States or Hong Kong ? Vote for the TOP Country of the Week !


Yo creo en la Virgen del Sagrario y un poquito en Dios; ¿pero en esos señores? ¡Si los conocieran como yo...! Pero, en fin, todos hemos de vivir, y lo malo no es tener defectos, sino ocultarlos, hacer la comedia como el sinvergüenza de mi yerno, que ahí donde lo ves, grandote como un castillo, se da golpes de pecho, besa el suelo lo mismo que las beatas, está deseando mi muerte, creyendo que guardo algo en mi arcón, y quita lo que puede del cepillo de la Virgen, y roba las velas y hace trampas en el cobro de las misas, y ya estaría en la calle si no fuese por , que pienso en mi hija, siempre enferma, y en los pobrecitos de mis nietos.

Además... ¡el calor ecuatorial! ¡la asfixia que se apoderaba de ella a ciertas horas de la noche, oprimiendo su pecho, haciendo zumbar sus oídos, desarrollando ante sus ojos cerrados una cinta de visiones inconfesables, interrumpidas al fin por el sueño!... ¡Ah, John! ¡Pobre grandote, cómo deseaba verlo!...

Diógenes dijo que , que se batirría, perro como le tocaba la elección de armas, exigió que el duelo fuerra a cañonazos, ¡figúrrate !... Paco le envió a decirr entonces que donde quierra que le encontrase le darría de bofetadas; Diógenes contestó que se le acerrcarra si podía... Y se le acerrcó, en efecto. ¿Perro parra qué, Jacobo, parra qué?... Parra que el animal de Diógenes, como es tan grandote, le diese un estacazo que le rrompió dos costillas... ¡Dos costillas!... No creas que exagerro: ¡dos costillas!

Power tiraba de su marido. ¡Ah, su grandote, su grandote adorado! ¡Las cosas que tenía que contarle!... Y desaparecieron en apretado grupo, con dirección al camarote, como si a ella faltase el tiempo para dar sus noticias al hermoso hombretón que la seguía con ojos admirativos y sumisos.

Grandote y bravucón para los compañeros de torada, mostrábase de una servidumbre cariñosa con el amo y su familia. Era como esos mastines feroces con los extraños, a los cuales los niños de la casa tiran de la cola y las orejas, aguantando con ronquidos de bondad todas sus diabluras.