United States or Wallis and Futuna ? Vote for the TOP Country of the Week !


Nos zampamos en un santiamén Marcial y yo las sobras, y seguimos el viaje, ellos a caballo, marchando al estribo, y nosotros como antes, en nuestra derrengada calesa. La comida y los frecuentes tragos con que la roció excitaron más aún la vena inventora del viejo Malespina, quien por todo el camino siguió espetándonos sus grandes paparruchas.

Y al extremo del pasillo, entraron en la única habitación vividera de la casa: una alcoba con cama camera de hierro, colcha de punto de gancho, espejos torcidos, láminas de odaliscas, cómoda derrengada, y un San Antonio en su peana, con flores de trapo y lamparilla de aceite. El diálogo fue rápido y nervioso: «¿Qué se le ofrece? Pues poca cosa. Que me prestes diez duros.

Era, otrosí, derrengada, La derribaba un resuello... Puede decirse que aquello No era perra ni era nada. D. Ricardo Cascarilla tiene también composiciones felicísimas de ese género; sobre todo, a mi juicio, un curiosísimo diálogo con el Salto de Tequendama, a quien presenta un literato español, de paso por Colombia.

No alcanzó el tranvía, y se fué a pie, porque tampoco halló coche, y después de media hora de caminata, llegó a la casa indicada, y tocó el llamador: nadie; subió la escalera de caracol, y en el primer descanso, dió dos palmadas: silencio siempre; derrengada casi, sin alientos, siguió subiendo, y allá arriba, campanilleó largo rato, hasta que salió un chico, con cara de Judas, y dijo que el señor no estaba. ¿A qué hora volvía? muy pronto, si quería esperar, que esperara.

Bartolo iba delante con marcha tortuosa y derrengada. ¡Míralo, míralo! exclamaba Celso con exótico acento. ¡Qué morrillo sabroso luce el maldito! ¡qué buenas piernas! ¡qué nalgas!... Bien se conoce que la tía Jeroma no tiene otro pichón que cebar... ¡Vaya un pimpollo!... Me han dicho que todas las mañanas le unta de manteca fresca para que esté suave y reluzca... Á ver, Bartolo...