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Todos los que estaban dentro ardieron como estopa, y cuando el prior oía el llanto de las mujeres y de los niños, decía el muy bruto: ¡Bien templado está el órgano! ¡Parece mentira que crea Vd. esas paparruchas! ¿Y lo que está haciendo por ahí ahora ese cura, cuyo nombre es un escarnio?

¡Condenado! exclamó Benina sin poder contener su enojo , ¿por qué no empezaste por ahí? Pues si el primer requesito es ser hombre... ¡a ver! Perdoñar ... Olvidar cosa migo. no tienes la cabeza buena. ¡Vaya una plancha! Pero ¡ay! la culpa es mía, por haberme creído las paparruchas que inventan en tu tierra maldecida, y en esa tu religión de los demonios coronados.

Que hambre.... ¡, que se mama el dedo don Fulano!, ahora mismito van a abrirse los veneros de la riqueza pública.... Que impuestos.... ¡don Fulano habló de economías! Que socialismo.... ¡paparruchas! ¡Atrévanse con don Fulano, y ya les dirá él cuántas son cinco!

Y un poquito ellos mismos, agregaré; siempre es bueno tener amigos que estén bien con el cielo, porque... ¿si por casualidad todas esas paparruchas fueran ciertas? ¡Se han visto tantas cosas en este pícaro mundo! El bajo pueblo es fanático; los días de las grandes fiestas la puerta de la Catedral está sitiada por grupos inmensos, que ondean impacientes.

En mi vida he dado crédito a paparruchas semejantes; por eso digo que debo de estar enferma, cuando me persiguen visiones y vestiglos.... Lo que siempre me porfía el señor de Juncal: fortalecerse, criar sangre.... Lástima que la sangre no se compre en la tienda.... ¿no le parece a usted? O que... los sanos no se la podamos regalar a... los que... la necesitan....

Contestóle Diógenes una de sus indecentes paparruchas, que rieron todos en coro, y detúvose, en efecto, en el balneario para beber una enorme copa de ginebra, que tomó, según su costumbre, echando antes en el fondo un par de terrones de azúcar. Volvióle el alcohol la salud y la alegría, y desde Cestona hasta Azpeitia charló sin cesar, comentando, con grandes risas de todos, su tremendo batacazo.

Cuando no acogía las palabras del Nacional con un silencio hostil y miradas de odio, intentaba zaherirle, mostrándose partidario del inmediato fusilamiento de todos los que propalan paparruchas entre el pueblo y son un peligro para las gentes de bien. El Nacional tenía diez años más que su maestro.

Aquello fué tan popular como la procesión de ánimas de San Agustín, el encapuchado de San Francisco, la monja sin cabeza, el coche de Zavala, el alma de Gasparito, la mano peluda de no qué calle, el perro negro de la plazuela de San Pedro, la viudita del cementerio de la Concepción, los duendes de Santa Catalina y demás paparruchas que nos contaban las abuelas, haciéndonos tiritar de miedo y rebujarnos en la cama.

Luego tosió y se limpió repetidas veces la boca con el pañuelo y añadió en voz baja, no sin que le subiese un poco de calor á la cara: Si por casualidad hablases con ella de , espero que te portarás como amigo... Porque, ya sabes... es inocente y propensa á los engreimientos y se cree todas las paparruchas que le cuentan... Y como no faltan malintencionados... ¿ entiendes?... No te digo más... Eres un hombre y conoces el mundo... Me prestarás un favor grande, Miguelillo, si la convences de que nadie puede hacerla más feliz que yo... Que no haga caso de comadres ni de jaleadores que sólo buscan modo de que regañemos para pescar á río revuelto... Bien sabes que nunca he sido tacaño para ella.

Nos zampamos en un santiamén Marcial y yo las sobras, y seguimos el viaje, ellos a caballo, marchando al estribo, y nosotros como antes, en nuestra derrengada calesa. La comida y los frecuentes tragos con que la roció excitaron más aún la vena inventora del viejo Malespina, quien por todo el camino siguió espetándonos sus grandes paparruchas.