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Los bravos adalides cristianos pudieron respirar más desahogadamente en sus territorios, ya más extensos y seguros. Repobláronse las antiguas ciudades de Ávila, Segovia, Salamanca, Toro y Zamora. Mezcláronse con los castellanos caballeros extranjeros, ansiosos de tomar parte en sus gloriosas cruzadas.

Para mayor desventura, tocole como compañero de cuadra un hidalgo andaluz, sucio y meloso como un gitano, y de quien los demás referían las más chocarreras historias. En cambio, desde los primeros días sintiose atraído por el porte y la franqueza del escribano de raciones Alonso de Velasco, natural de Zamora.

No se sabe cuánto tiempo fué Rojas actor; pero no hay duda de que en el año de 1611, en que publicó otro libro, titulado El buen repúblico, había abandonado el teatro y residía en Zamora, hecho ya notario público.

Creo yo que lo primero que se le ocurrió fue darle carrera, sin fijarse en cuál, hacerle hombre; luego sus ideas, sus relaciones... Cuando me trasladaron de Granada a Zamora, hizo el viaje con el chico sólo para que yo le viera; tenía ya doce años; aquello se lo agradecí mucho, porque únicamente le había visto en dos escapadas cortísimas que hicimos esa y yo desde Valladolid.

En 1792, bajo el gobierno de Zamora se dividió la poblacion de Magdalena para formar San-Ramon; en 1794 se fundó la mision del Cármen con los indios Chapacuras; y en 1796 se transfirió San-Joaquin; pero poco despues ya se contentaron con enviar habitantes de Santa-Cruz para gobernar á Moxos.

Los escritores de comedias, que, después de la muerte de Cañizares y de Zamora, rivalizaron entre por congraciarse las simpatías del pueblo, corrompieron más y más el teatro, inundándolo de insensatas historias de prodigios y de obras disparatadas de magia.

Conviene añadir que Zamora puso en escena la historia de la doncella de Orleans, y que arregló además El convidado de piedra, de Tirso de Molina.

Como continuación del mismo drama, representando sucesos posteriores de la vida del Cid, y concordando sobremanera con la segunda parte de Las mocedades, ha de considerarse El cerco de Zamora. Por lo demás, ha de tenerse presente que el drama de Diamante no ha obscurecido al de Guillén de Castro, ya que éste se ha conservado con preferencia en la escena española.

Llegan tres mas, y Zamora Con la presteza del rayo, Dando riendas al caballo Las manijas les quitó: Dos de ellos fueron al suelo En pos del tremendo empuje, Y el que queda firme ruje De vergüenza y de furor. Y corriendo Desbandados, Y empapados En sudor, A Zamora Todos siguen, Y persiguen Con furor.

Creí pillarle en lo que llaman el «Palacio de Cristal», un chamizo donde se juntan los golfos con todos los plumeros y pericos que esperan a los soldados cerca de los cuarteles... Tampoco le vi... Y anoche, hablando en los Cuatro Caminos con un chico de Zamora que sirvió conmigo y está en Orden público, supe el paradero del granuja.