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Actualizado: 17 de abril de 2025


El principal y casi exclusivo objeto de mis notas ha sido purgarle de los infinitos errores introducidos en su texto por un bárbaro copiante, sobre todo en los nombres geográficos y de personajes, particularmente indígenas, y en las frases redactadas en quíchua; pero dudo muy mucho haberlo alcanzado, así como me temo no haber suplido algunas veces lo necesario para restaurar ciertos pasajes faltos ó cuya lectura han hecho por extremo difíciles los yerros del amanuense.

La mejor edición de la obra del Obispo Peña y Montenegro dicen que es la de 1754, porque está purgada de muchos yerros. II, cap. VIII ex n. 79 etc. lib. III, capítulo VII. RAROS Ó CURIOSOS QUE TRATAN DE AM

Moratín se limita de ordinario á dar un catálogo de los dramas españoles más antiguos, y á indicar á veces sus argumentos; pero no imprime á estos materiales una forma histórica, ni sus juicios críticos merecen otra calificación que la de decisiones arbitrarias, hijas del absurdo clasicismo francés. No es extraño, pues, que en el primer libro de esta obra me haya esforzado en enmendar sus yerros.

Señor, defiéndele de la tentacion de la huesa y de las penas de la Jehenna. Señor, perdónale y hónrale su morada, y ensánchale su huesa, y límpiale de sus yerros y pecados, y dale compañía mejor que la que tiene. Señor, si es bueno, crécele en descanso, y si es que faltó en tu servicio, pásale sus pecados, que eres sobre toda cosa poderoso.

Y que esto sea verdad, volved y mirad los ojos de la ya contenta Luscinda, y en ellos hallaréis disculpa de todos mis yerros; y, pues ella halló y alcanzó lo que deseaba, y yo he hallado en vos lo que me cumple, viva ella segura y contenta luengos y felices años con su Cardenio, que yo rogaré al cielo que me los deje vivir con mi Dorotea.

Si lo haces por dilatarme la prometida merced, desde más lejos pudieras entretenerla, porque tanto más fatiga el bien deseado cuanto la esperanza está más cerca de poseello; pero, porque no digas que no respondo a tus preguntas, digo que conozco a tu esposo Anselmo, y nos conocemos los dos desde nuestros más tiernos años; y no quiero decir lo que tan bien sabes de nuestra amistad, por no me hacer testigo del agravio que el amor hace que le haga, poderosa disculpa de mayores yerros.

Se ve, evidentemente, que se expresan aquí tantas prevenciones mezquinas é ideas falsas como palabras, no diciendo nada nuevo, sino exagerando y extremando los yerros de Boileau.

10 El hechizo de Sevilla, de D. Ambrosio de Arce. 11 Enmendar yerros de amor, de D. Francisco Jiménez de Cisneros. 12 El cerco de Tagarete, burlesca, con su entremés, de Bernardo de Quirós. 1 El mejor par de los doce, de D. Juan de Matos Fragoso y D. Agustín Moreto. 2 La mesonera del cielo, del Dr. Mira de Mescua. 3 La milagrosa elección de Pío V, de D. Agustín Moreto.

Quién se huye? Españoles. Quién no cura de los yerros? Españoles. Quién hurtando nos destruye? Españoles. Quién comete otros errores? Españoles: en cuyo pecho el cielo influye Un animo indomable, acelerado, Al bien y al mal contino aparejado.

Sansón Carrasco no parecía menos iracundo: Mal hicisteis, don Miguel, en divulgar tanta confidencia amistosa y reservada que depositamos en el seno de vuestra confianza y caballerosidad. Mal hicistéis, don Miguel, en contar al público los yerros y debilidades de nuestros mejores amigos.

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