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Actualizado: 14 de noviembre de 2025
No tengo bien ni le espero, Ni en mi tierra siento quien Me pueda hacer algun bien. Pues yo no me desespero. Dios nos ha de remediar, Hermanos, mostrad buen pecho, Que el Señor que nos ha hecho, No nos tiene de olvidar. Roguemosle como á padre Nos vuelva, y á nuestra Señora, Pues es nuestra intercesora Su madre, que es nuestra madre.
Hallábase el señor Visitador en el salón de su casa echando una mano de tresillo con unos amigos, y acababan de hacerle puesta real en solo de oros con estuches, falla y rey enano, cuando entró su mayordomo y, llamándolo aparte, le dijo: Un caballero quiere hablar en el instante con su señoría. ¡Algún importuno! Que vuelva mañana. ¿No te ha dicho su nombre?
Todos los hombres nacemos con una cruz que llevar y un calvario que recorrer, la cruz del escritor es muy pesada y su calvario muy largo, así que creo imposible el que vuelva á emprender tan espinoso camino. Creo haber oído ó leído no sé en donde, que la palabra imposible no estaba en el diccionario español.
Cuando volvamos a vernos llevará usted en el pensamiento otras imágenes. Yo seré su amiga nada más; es lo que deseo. ¿Pero la encontraré aquí cuando vuelva? preguntó Rafael con ansiedad. Quiere usted saber más que todos los que me han conocido. ¿Qué sé yo si estaré aquí? Nadie en el mundo ha estado seguro de tenerme.
Que vuestra brisa perfumada acaricie un instante mi frente, que el eco misterioso de vuestra voz suene todavía en mis oídos, que vuelva á ver ante mis ojos las figuras radiosas de aquellos seres que compartieron las alegrías de mi infancia. Voy á daros el beso de despedida y lanzaros al torbellino del mundo. Mi pecho se oprime, mi mano tiembla.
Y doña Luisa, inmóvil en su asiento, siguiendo con la mirada el paso de Chichí entre las tumbas, volvía á, interrumpir su rezo: ¡Señor, por las madres sin hijos... por los pequeños sin padre... por que tu cólera nos olvide y tu sonrisa vuelva á nosotros! El marido, caído en su asiento, miraba también el campo fúnebre.
Cristián Nickel tenía siempre la misma respuesta para todas las observaciones que le hicieron: «Está bien..., es justo..., pero el Evangelio dice: «Vuelva el palo a su sitio... Quien a hierro mata, a hierro muere.» Sin embargo, les ofreció que rogaría por la buena causa; eso fue todo lo que pudieron obtener de él.
Y todo ello para que Flandes esté cada vez menos seguro; para que el francés, a quien ya le teníamos del collar del jubón, vuelva a provocarnos, y el inglés degüelle, tale y saquee, a su guisa, en nuestras costas. Fuimos los dueños de la riqueza, y agora somos los mendigos.
Pero yo averiguaré.... Veremos, Gabriel... pensaremos en ello. ¿Y los canónigos? ¿Y el cardenal? ¿No se opondrán a que la pobre muchacha vuelva a las Claverías? ¡Bah! La cosa ocurrió hace tiempo y pocos se acuerdan. Además, la muchacha podemos llevarla a un convento, para que esté recogidita y tranquila, sin escándalo de nadie. No; eso no, tía. Es un remedio cruel.
Prepara un maletín con los avíos de tocador y ropa interior; nada de frac, ropa de etiqueta, ninguna. Saldré en cuanto almuerce; puede que vuelva acompañado... y entonces ya te daré órdenes; pero lo probable es que no vuelva.
Palabra del Dia
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