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Actualizado: 4 de noviembre de 2025
He venido volando por no hacerme esperar». Amigo, desde que está usted en candelero, no hay quien le vea. ¡Qué caro se cotiza! Es que no me dejan vivir. Anoche duró el jubileo hasta las tres. Doscientas personas entrando y saliendo. Y que no pretenden nada... Preparando las elecciones, ¿eh? ¡Oh!, pues si pasamos al terreno político... indicó Moreno.
¡No digas que tienes un pájaro amigo que te lo cuenta todo, porque le envenenarán el aire al pájaro! Y salió volando el ruiseñor, y echando al aire un ramillete de arpegios. Los mandarines entraron de repente en el cuarto, detrás del mandarín mayor, a ver al emperador muerto. Y lo vieron de pie, con su túnica imperial; con la mano de la espada puesta al corazón.
Una de las viñetas representa el juicio de los muertos, y otra la momia de la mencionada sacerdotisa, extendida en el lecho mortuorio, que tiene forma de esfinge, sobre todo lo cual se alza volando el alma, bajo la apariencia de un pájaro.
A veces, allá en el trabajo, se ríe solo, o se pone de repente como triste, o se le ve en la cara como una luz: y es que está pensando en su hija: se le cae la pluma de la mano cuando piensa así, pero enseguida empieza a escribir, y escribe tan de prisa, tan de prisa, que es como si la pluma fuera volando.
Agradábale más vagar solo que en compañía de Olmedo, porque este le distraía, y el goce de Maximiliano consistía en pensar e imaginar libremente y a sus anchas, figurándose realidades y volando sin tropiezo por los espacios de lo posible, aunque fuera improbable.
/P Iba un niño travieso Cazando mariposas; Las cazaba el bribón, les daba un beso, Y después las soltaba entre las rosas. Por tierra, en un estero, Estaba un sicomoro; Le da un rayo de sol, y del madero Muerto, sale volando un ave de oro. Meñique Cuento de magia, donde se relata la historia del sabichoso Meñique, y se ve que el saber vale más que la fuerza.
¡Qué envidia siento al pensar en las mujeres que presenciaron la más estupenda de las revoluciones! ¡Cuánto me hubiese gustado ver lo que vió mi madre, que era entonces una niña!... Las muchachas más valerosas, acostumbradas á los deportes, montaron una mañana en varios aeroplanos, volando sobre toda la extensión del país. Cada avión llevaba un aparato de los inventados por la sabía providencial.
No dijo, pues, don Quintín ninguna majadería cuando admitió la posibilidad de que aquellos primores de que se componía el gabinete pasaran, andando, y tal vez volando el tiempo, a manos de Carola, quien se alegró tanto con esta esperanza que siguió largo rato acariciándola, y aun ideando traza con que anticiparla.
No se aflija usted, señor.... Yo haré por volver pronto.... Cuídese usted mucho, por Dios... atienda usted al asma.... Vaya usted de tiempo en tiempo a ver al señor de Rada.... Si tiene usted algo, un telegrama volando.... ¿Palabra de honor? Después vinieron los apretones, los besucones, los pucheros del acompañamiento femenino, y el último encargo, y el último deseo....
MÁXIMO. Sí, hija mía. Todo lo que tú determinas, está muy bien. ELECTRA. ¡Tú mira lo que dices...! MÁXIMO. Sé lo que digo. ELECTRA. Que está bien todo lo que yo determino. Todo, todo... ELECTRA. Que conste... Ea, voy y vuelvo volando. MÁXIMO, el OPERARIO. MÁXIMO. ¿Qué hay? OPERARIO. Señor, hoy ha vuelto ese caballero... el señor Marqués de Ronda. MÁXIMO. ¿Y cómo no ha pasado?
Palabra del Dia
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