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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


La morada del cacique y las vecinas viviendas de los indios principales, son sólo incendiaria tea a cuyo contacto el bosque se inflama en gigante hoguera, de la victoria de España solemnizando la fiesta; pero pronto aquella lumbre, breves momentos risueña, lo mismo que de las hojas hace del placer pavesas, y es antorcha funeraria que alumbra con llama tétrica, la realidad espantosa de las humanas miserias...!

Unas veces el sol hacía arder el suelo, levantando ante el paso del transeúnte nubes rumorosas de moscas; otras, los charcos de las rarísimas lluvias obligaban á los habitantes á marchar con agua hasta la rodilla para ver al vecino de enfrente. Según avanzaba Watson entre las dos filas de viviendas, fué encontrando á los principales personajes del pueblo.

Y sin embargo, esto no tiene nada de grandioso dijo Isidro . Es una ciudad vulgar. Si no fuese por el río, la fachada resultaría fea... Pero se presiente que detrás de la fila de edificios que distinguimos, y que es como el testero de la ciudad, existen kilómetros y kilómetros de tierra cubiertos de viviendas. No se ve la grandeza, pero se adivina.

Era sin duda alguna la avenida exclusivamente aristocrática del pueblo; las viviendas eran pocas, presuntuosas y no interrumpidas por tiendas ni comercios. Allí se le juntó el coronel Roberto.

Por encima de todas las viviendas emergía una casa de madera montada sobre pilotes, con una galería exterior ante sus cuatro fachadas: un bengalow desembarcado en Bahía Blanca semanas antes por encargo del italiano Pirovani, contratista de las obras del dique.

El buntal, el nito y el cabo negro. Cuenta la tradición que en el sitio que hoy ocupa el pueblo de Camalig, encontraron los primeros españoles que pisaron aquel suelo un extenso camarín, á cuyo alrededor se formaron algunas viviendas, dándoseles el nombre de Camalig, ó sea camarín, y de aquí la denominación de la provincia de Camarines, á la que perteneció este pueblo hasta 1847, en que se agregó al de Albay.

Clara, resaltando sobre primorosos y elegantes adornos ojivales. Las galerías altas de aquellas suntuosas viviendas hallábanse al descubierto, y nuestros abuelos no reparaban en salir á los corredores los días de invierno, desafiando las pulmonías.

Maltrana, a pesar de la miseria de su propia casa, sentía compasión al ver las viviendas de estas gentes. Eran tabucos cuyo suelo, de tierra apisonada, estaba mucho más bajo que la calle. No tenían tabiques, y cuando el pudor exigía la separación de lechos, salían del apuro colgando de una cuerda una manta vieja.

Al salir por la Puerta de Toledo vio la nieve inmaculada y tersa, sin una huella, sin el pisoteo fangoso de las calles, igual y brillante, como una inmensa mortaja que cubría el río, los montes, las viviendas, y de la cual surgían los árboles como hilos sueltos.

Y la poesía, por último, deja ya de atender á lo útil: no teje, ni guisa, ni edifica viviendas; ni trata siquiera de moralizar ni de enseñar verdades, sino que poniendo en ella misma su fin, aunque nada deseche y se valga de todo, tanto de lo creado cuanto de lo increado, tanto de lo real cuanto de lo ideal, como elementos y materia de lo que produce, no tira á producir sino la belleza y no anhela infundir en los ánimos más que el puro y desinteresado sentimiento que nace de verla y de admirarla.

Palabra del Dia

vengado

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