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En aquel momento supremo, á las puertas de la eternidad, Doña Blanca depuso la dureza de su genio, su orgullo y su amargura, y no guardó en el alma sino la fe vivísima, que hizo renacer en ella las esperanzas ultramundanas y abrió el manantial de las más puras consolaciones. Doña Blanca llamó á D. Valentín, le abrazó y le suplicó que la perdonase.

Traía una carta en la mano, y en el semblante la expresión de una satisfacción vivísima. Su majestad dijo os agradece, no como reina, sino como dama, lo que habéis hecho en su servicio; su majestad quiere premiaros. ¡Ah, señora! ¿no es bastante premio para la satisfacción de haber servido á su majestad? No, no basta. Sois pobre, no necesitáis decirlo... , pero...

Por más que bajo el acicate de su actividad vivísima, el breve tiempo que la separa de su aurora haya sido bastante para satisfacer el gasto de vida requerido por una evolución inmensa, su pasado y su actualidad no pueden ser sino un introito con relación a lo futuro. Todo demuestra que ella está aún muy lejana de su fórmula definitiva.

Acercábase más, y al fin pasó por delante de . Yo me aplasté contra la pared: hubiera querido ser de papel para ocupar el menor espacio posible. A la escasa luz pude advertir en ella una gran confusión. Inés iba hacia la escalera, volvía, tornaba a adelantar, retrocediendo después. Sus ademanes indicaban zozobra vivísima, más que zozobra, desesperación.

Era un manojo de nervios siempre vibrantes, y tenía tales ilusiones y rarezas que sus condiscípulos lo tenían por destornillado; pero su inteligencia fue vivísima y sutil, su cuerpo frágil se estremecía con las más delicadas emociones, y sus versos son de incomparable hermosura. Byron fue otro genio extraordinario y errante de la misma época de Shelley y de Keats.

La Condesa no se atrevió a continuar la conversación, al ver lo exaltado que su hijo se ponía, y la vehemencia con que hablaba en pro de doña Beatriz. Allá, en el fondo de su alma, la Condesa se afligió mucho, imaginando que su hijo no tenía unas relaciones vulgares, un pasatiempo inmoral, pero sin consecuencias, sino una pasión vivísima.

En cuanto a la tercera persona, cuyo contacto ejerció vivísima influencia en mi juventud, está colocada ahora en condiciones de seguridad, de dicha y de olvido capaces de imposibilitar toda comparación entre los recuerdos del que de ella le hablará y los suyos.

Este, que era observador por temperamento, y astuto y sagaz, y de imaginación vivísima, había reparado en lo que el rey no había podido reparar por su descuido: esto es, que al recibir esta noticia imprevista, había pasado por la mirada del fraile algo extraño; que se había revuelto algo misterioso en el obscuro foco de sus negros ojos; que se había puesto pálido, y que una ligera, pero violenta contracción, había pasado con la rapidez de un relámpago por su semblante.

En una curva la relacion de la subsecante á la secante, y la de la subtangente á la tangente son ideas geométricas que se hallan al alcance de los entendimientos mas comunes; así como la semejanza de los triángulos que se pueden excogitar para comparar unas líneas con otras, y la aproximacion sucesiva con que la subsecante se acerca á la subtangente, y la secante á la tangente; pero de aquí á reducir todos estos elementos á un punto de donde brota con vivísima luz la admirable teoría del cálculo infinitesimal, hay una distancia inmensa; ¿se dirá que los genios que salvaron esta distancia, no pensaron nada nuevo, porque tenian en los elementos de cuya combinacion resulta la teoría?

No bien la Sra. de Pinto presentó o mejor diremos representó al Vizconde a la Sra. de Figueredo, ésta le recibió con efusión vivísima y con la alegría franca y cordial de quien vuelve a ver, después de cerca de veinte años de ausencia, a un bueno y cariñoso amigo.