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Actualizado: 8 de junio de 2025
A la sazón salía Ricardo; vióle Teresa, y la pobre niña se encendió como una amapola, bajó los ojos, y se adelantó. Cuando yo le tendí la mano estaba trémula y sofocada por la exitación. Mi «amigo» la miraba desdeñoso y altivo. No bien nos alejamos de la botica, se soltó Luisa: ¡Conque se casa usted!
Mas él, como viniese a comer y abriese el arca, vio el mal pesar, y sin duda creyó ser ratones los que el daño habían hecho, porque estaba muy al propio contrahecho de como ellos lo suelen hacer. Miró todo el arcaz de un cabo a otro, y viole ciertos agujeros por do sospechaba habían entrado. Llamóme, diciendo: "¡Lázaro!, ¡mira!, ¡mira qué persecución ha venido aquesta noche por nuestro pan!"
Mas él, como viniese a comer y abriese el arca, vio el mal pesar, y sin dubda creyó ser ratones los que el daño habían hecho, porque estaba muy al propio contrahecho de como ellos lo suelen hacer. Miró todo el arcaz de un cabo a otro y viole ciertos agujeros por do sospechaba habían entrado. Llamóme, diciendo: "¡Lázaro! ¡Mira, mira qué persecución ha venido aquesta noche por nuestro pan!"
Viole bajar y subir por el aire, con tanta gracia y presteza que, si la cólera le dejara, tengo para mí que se riera.
De allí a poco viole la marquesa agitarse mucho, gemir profundamente, revolver los ojos azorados; acercóse a él... Habíasele olvidado un pecado muy gordo, muy gordo..., y antes que tuviera tiempo la dama de llamar al padre, decíale ya él con gran trabajo: Yo..., por divertirme..., por fastidiarle..., escribía todos los días una carta a Frasquito... diciéndole: ¡Mentecato!... ¡Cuatro meses le escribí!... Cuando Jacobo volvió de Italia, dejé de hacerlo... Me lo pidió él: decía que le interesaba... Tú le pedirás perdón a Frasquito... ¡Me pesa! ¡Me pesa!...
Volvióse como lo pensó; y andando paso a paso, oliendo el clavel de tiempo en tiempo y con la otra mano en la cadera, iba discurriendo al siguiente tenor: El clavel se le cayó a ella de la boca; yo le recogí del suelo y quise dársele; ella le miró, viole sin rabillo, y me dijo: «no sirve ya, puede usted tirarle...» palabras textuales; y yo le tiré, bien sabe Dios que contra mi gusto.
En el del Siglo había una gran reunión de espiritistas, a la que concurría por aquella fecha Federico Ruiz. Viole Rubín, y se acercó a la tertulia, teniendo el gusto de discutir con los individuos más entusiastas de aquella secta.
Cierto mediodía, al cruzar el largo puente del Tormes, viole sorbiendo sol, la espalda contra el pretil, los brazos en cruz y los ojos fijos en el cielo, como si esperara, cual otro San Pablo, ver bajar de las nubes, en el pico de un pájaro, el milagroso mendrugo. La pinta era buena. Había estofa para un paje, Ramiro preguntole: Muchacho: ¿buscas amo?
El que la decía sin falta se ganaba una raya buena, y una mala el que cometía más de tres equivocaciones. Un chico gordo, con cara de sueño y cabellos tiesos y duros como barbas de un cepillo, bostezaba hasta dislocarse la mandíbula y se desperezaba estendiendo los brazos, lo mismo como si estuviese en su cama. Vióle el catedrático y quiso asustarle. ¡Oy! tú, dormilon, ¡abá! ¿cosa?
Maxi no dijo una palabra, y de pronto salió disparado de la casa, cerró con estruendo la puerta y bajó la escalera de cuatro en cuatro peldaños. Asustose Fortunata, y asomándose al balcón, viole recorrer apresuradamente la calle de Sagunto y después tomar por la de Santa Engracia, hacia abajo. Ella salió después, tomando por la misma calle, pero hacía arriba, en dirección de Cuatro Caminos.
Palabra del Dia
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