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Esta lucha persiste todo el siglo XVIII y ofrece dos fases diversas: en la primera mitad de ese siglo triunfa el partido nacional, y en la segunda mitad del mismo se inclina más y más la victoria en favor de los galicistas.

No obstante, consiguió hacerlo, y los peatones se marcharon muy orgullosos de haber recibido el encargo de comunicar la primera batalla y la victoria. En la sala grande se habían reunido muchos montañeses que se calentaban cerca del hogar y hablaban con animación.

Dime, negra tristeza, ¿no me quieres dejar? ¡Qué desvarío! ¿Cómo apartarte intento del pensamiento mio, si contigo nació mi pensamiento? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¡Oh! ¡Qué amarga es la vida! ¡Luchar! Siempre luchar, y nunca llega el dia embriagador de la victoria.

Era la alegría de la paz después de mil años de guerra y de piratería con los pueblos infieles del Mediterráneo: la regocijada conmemoración de la victoria conseguida por los payeses de Sóller sobre una flota de corsarios turcos en el siglo xvi.

Muerto el Duque, y los que iban en su tropa, quedó lo restante del campo lleno de miedo y confusion, porque ya los Catalanes y Aragoneses les habian acometido por diversas partes; y los Turcos, y Turcoples satisfechos de sus recelos, viendo que los nuestros degollaban la gente del Duque, salieron de refresco contra ella, y dieron cumplimiento á la victoria.

Pelean con todo el poder de los Turcos los Catalanes y Aragoneses en las faldas del monte Tauro, y alcanzan de ellos señaladísma victoria.

Demas de esto, al amanecer se acercaron á la fortaleza, haciéndoles la niebla mas fácil el acceso, y lo que era de admirar, que estando en otras partes clara sobre el fuerte, estuvo mas espesa para los que la miraban y asechaban desde el alto, lo que dió esperanza de victoria. Mas á la verdad, no porque caso ó desgracia, no supo aprovechare de ella el pueblo.

En su nueva religión de los Reyes Católicos se llama Victoria... ¡Es una bella y virtuosa reina!

No hubo en aquella entrada soldado por particular que fuese, que no vistiese seda ó grana, aunque en aquel tiempo los Turcos no usaban trajes costosos, pero entre los despojos de los Griegos habian alcanzado gran cantidad de ropa y vestidos de mucho precio, que en esta victoria se cobraron.

Algunos dispersos habían llegado al Pergamino y unos proclamaban resueltamente la victoria, otros dudaban del éxito, y los más tranquilos manifestaban la vacilación que se experimenta en esos trances. No era entonces Buenos Aires lo que es ahora.