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Actualizado: 30 de abril de 2025


¿Esos versos, en que vibra un alma apasionada, esos versos tan de mujer, envueltos en la adoración, en el misticismo misterioso de Santa Teresa?... ¡He ahí los hombres! ¿Cuál de ustedes sería capaz de escribirlos?... Pues Edda está actualmente en Nueva York, y si usted quiere conocerla... ¿Que si quiero conocerla? dijo nuestra compatriota con su ímpetu característico.

En tu calvario eras ayer el astro solitario que alumbraba los campos de batalla, la dulce aparición, rizo del cielo, que infundía a los mártires consuelo, valor al héroe y miedo a la canalla. ¿Quién no sintió huídas sus congojas repasando tu libro en cuyas hojas la popular execración estalla? Hermanando la mofa y el lamento, vibra, encarnado en su robusto acento, el silbo agudo de candente tralla.

El cielo está pálido; la negrura ha ascendido de los barrancos a las cumbres; los bancales, las viñas, los almendros se confunden en una mancha informe. Destacan indecisos los bosquecillos de pinos en las laderas. La laguna desaparece borrosa. Y vibra una canción lejana que sube, baja, ondula, plañe, ríe, calla... El campo está en silencio.

Con sus largos remos, parecidos á poderosas aletas, se producen remolinos en cada lado de la barca y se hace caer como lluvia de perlas las gotas sobre la superficie del agua; á voluntad se abre el líquido en surcos espumosos, y detrás se deja una larga estela donde vibra la luz serpenteando. Desgraciadamente, sobre el arroyo las embarcaciones no se ven con frecuencia.

Como la ballena no tiene el sentido del cazador, ni el olfato, ni los órganos de la audición muy desarrollados, aprovecha el tacto para todo. La gordura, que la preserva del frío, no la libra, sin embargo, de ningún choque. Su piel, preciosamente organizada con seis tejidos distintos, tiembla y vibra al menor contacto. Las tiernas papilas que tiene son instrumentos de tacto delicado.

Espíritu prócer, sensible al poético encanto, que a veces es ritmo y a veces es flor, de tu canto aun queda el recuerdo sonoro en el aire natal; aun vibra y contagia el patriótico ardor de tus versos, y muestra tu limpia versión el claror de los tersos diamantes que enjoyan el "Ultimo adiós" de Rizal. No fué tu exclusiva misión la del canto apolíneo.

Pero, no importa: seguros debemos estar de que no yerra y de que el peligro existe; es algo amenazador que flota en el aire, que vibra, como un gruñido de cólera, en el estrépito con que los espectadores van ocupando sus asientos.

El toque sigue y no cesa y vibra en el alma opresa sordamente como un cuerpo que cayera en una huesa... ¡Din dan, din don , resuena en el corazón, din dan, din don , de la campana que dobla el lento y lúgubre són!

El ser viviente, se extiende en algun modo al tiempo en que habrá cesado de existir, encerrando en mismo los gérmenes reproductivos; no solo es para propio, sino tambien para los otros; en su pequeñez, no es mas que un imperceptible eslabon de la inmensa cadena de la naturaleza; pero este eslabon vibra, por decirlo así; y sus vibraciones se propagan hasta los confines mas remotos.

En Ilang-ilang, El Kundiman, A Filipinas, Bajo las cañas... vibra aquel alma tagala tan incomprendida, psiquis sin complicaciones ni morbosidades, primitiva, melancólica, paciente, siempre opresa y nostálgica de libertad, nervea y con arrestos en las ocasiones altas. Trasciende en Bernabé, con muy gallardas estrofas en su obra, la preparación latina e hispano-clásica.

Palabra del Dia

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