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Actualizado: 16 de septiembre de 2025
Rafael la seguía con la vista, acogiendo con forzosa sonrisa los cumplimientos de los notables que le felicitaban por su buena suerte. El alcalde un hombre que, según decían los enemigos temblaba en presencia de su esposa afirmaba con los ojos chispeantes, que por una mujer así era él capaz de hacer toda clase de locuras.
A la puerta del salón le cerraba el paso una cosa tendida en el suelo; alzó el pie; era Perucho, en cueros, acurrucado. No se le oía el llanto: veíase únicamente el brillo de los gruesos lagrimones, y el vaivén del acongojado pecho. Compadecido el capellán, levantó a la criatura. Sus carnes, mojadas aún, estaban amoratadas y yertas. Ven por tu ropa le dijo . Llévala a tu madre para que te vista.
En tal caso, al pasar de un horizonte á otro, caminando hacia el norte, verbi gracia, el viajero penetrará por debajo del plano del primer horizonte, y su vista descubrirá por la parte norte estrellas de la zona que primitivamente no podía ver.
Descubriéronse las siete «acequias», quedando con las manos sobre las rodillas y la vista en el suelo, y el más viejo pronunció la frase de costumbre: S'òbri el tribunal . Se abre el tribunal. Silencio absoluto. Toda la muchedumbre, guardando un recogimiento religioso, estaba allí, en plena plaza, como en un templo.
Su extrañeza continuó al verse dentro de su vivienda, recorriendo las habitaciones. Volvía á ser alguien. La vista de sus riquezas, el goce de sus comodidades, le devolvieron la noción de su dignidad. Al mismo tiempo fué resucitando en su memoria el recuerdo de todas las humillaciones y ultrajes que había sufrido. ¡Ah, canallas!...
1162 La cigüeña, cuando es vieja, pierde la vista, y procuran cuidarla en su edá madura todas sus hijas pequeñas: apriendan de las cigüeñas este ejemplo de ternura. 1163 Si les hacen una ofensa, aunque la echen en olvido, vivan siempre prevenidos; pues ciertamente sucede que hablará muy mal de ustedes aquel que los ha ofendido.
Yo respondió Rinconete sé un poquito de floreo de Vilhán: entiéndeseme el retén; tengo buena vista para el humillo; juego bien de la sola, de las cuatro y de las ocho; no se me va por pies el raspadillo, verrugueta y el colmillo; éntrome por la boca de lobo como por mi casa, y atreveríame a hacer un tercio de chanza mejor que un tercio de Nápoles, y a dar un astillazo al más pintado mejor que dos reales prestados.
Si otro dice estos elogios del mismo sugeto, no solemos sentirlo tanto, y entonces solo los admitimos, ó rechazamos, segun la pasion que nos domina; pero si uno mismo se alaba en nuestra presencia, siempre lo sentimos, porque nunca podemos sufrir que venga alguno, que á nuestra vista quiera hacerse mejor que nosotros.
Al salir de las tierras de Dupont y verse en la carretera, los hombres rompieron a hablar. Detuviéronse un instante para fijar su vista en lo alto de la colina, donde se destacaban las figuras de don Pablo y sus empleados, empequeñecidas por la distancia. Los viñadores más jóvenes miraban con desprecio el cirio regalado, y apoyándolo cerca del vientre, lo movían con cinismo, apuntando a lo alto.
Apenas se acercó, cuando vió venir á sí dos indios á caballo con sus lanzas, con cuya vista pensó ir á ver la de Dios: pero llegándose los indios á él, le cogieron de los brazos, preguntándole ¿qué hacia por aquellos parages? segun demostraban por las señas.
Palabra del Dia
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