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Actualizado: 16 de junio de 2025


¿No te bastan las ventanas abiertas? No. ¿Prefieres la compañía de las tinieblas a la de las jóvenes que han venido a festejar a mi hermana? Desde aquí veo desfilar sus elegantes siluetas, tan bien como en el salón.

Los balcones y ventanas de las casas, así como las puertas de los comercios, se hallaban perfectamente cerradas. Los curas, soldados y carceleros, después de pasear la vista por el ámbito de la calle, mirábanse unos a otros con acentuada expresión de asombro. El único objeto que hería la vista en medio de esta soledad era el carruaje miserable y fatídico que me esperaba.

Arriba, las vidrieras de colores de los centenares de ventanas que, escalonándose, dan luz a las cinco naves, brillaban con la luz del amanecer. Eran como flores mágicas que se abrían a los primeros resplandores del día.

Este se enfurece y renuncia á su Laura; sin embargo, no le es posible desterrar por completo de su pecho el amor que le inspira, y, fingiendo ser Octavio, se desliza bajo de sus ventanas, para convencerse de su infidelidad, puesto que duda de ésta, á pesar de las apariencias que la confirman.

Esto le hizo persistir mentalmente en su opinión: «¡Oh, las grandes señoras!... No hay mujeres como ellasEl aspecto de la casa de Pirovani cambió mucho al instalarse en ella los Torrebianca. Las ventanas lucían ahora, á través de sus vidrios, unas cortinas flamantes.

La casa rebosaba de gente, derramaba torrentes de luz por sus ventanas; el zaguan estaba alfombrado y lleno de flores; allá arriba, acaso en su antiguo y solitario aposento, tocaba ahora la orquesta aires alegres, que no apagaban del todo el confuso tumulto de risas, interpelaciones y carcajadas. D. Timoteo Pelaez llegaba al pináculo de la fortuna, y la realidad sobrejujaba sus ensueños.

Se imaginaba la adolescencia de Leonora en aquella gran ciudad, formando parte del innumerable rebaño de muchachas que trota graciosamente por las aceras con la partitura bajo el brazo o anima los estrechos callejones con sus trinos y gorgoritos al través de las ventanas.

La cámara del capitán y la del teniente se hallaban bajo cubierta y tenían ventanas con rejas; delante de ellas estaba nuestra cámara y encima de las tres la sobrecámara, en el alcázar de popa, formando dos cuartos separados por un mamparo: uno que ocupaba el piloto, Franz Nissen, un dinamarqués que no hablaba nunca, y otro el médico, el doctor Cornelius.

Me asomé con ellos a las ventanas que dan a Buenavista, y no vi nada... «¿Pero a cuándo esperan? ¿En qué están pensando?...». Francamente, yo creí que el golpe se había chafado y que Pavía no se atrevía a echar las tropas a la calle.

Las calles son generalmente claras, limpias y regulares; los casas de solo dos ó tres pisos, alegres, caprichosas con gracia, casi todas pintadas de amarillo y otros colores, y adornadas de balcones, celosías, ventanas ó miradores, según que preside en cada cual la sencillez inglesa, el estilo oriental, ó el empirismo español á veces pintoresco.

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