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Actualizado: 11 de mayo de 2025


D. Lino deploraba en público «las ideas extraviadas y los sueños» de su hijo, pero en realidad no dejaba de considerarlo como un milagro y como á tal lo sacaba á pasear casi todas las tardes por la villa, ofreciéndolo á la admiración de sus convecinos con la misma unción que el sacerdote al presentar el Santísimo Sacramento á la vista del pueblo.

Y a la verdad, pocos podían leer aquellos versos titulados «Infelicissimus», que empezaban: «¿Por qué no ondea el ciprés sobre esta frentepublicados por vez primera en El Alud, bajo la firma de Lady Clara, sin sentir temblar en sus párpados una lágrima de poética unción.

Y cuando dábamos sacramento a los enfermos, especialmente la extrema unción, como manda el clérigo rezar a los que están allí, yo cierto no era el postrero de la oración, y con todo mi corazón y buena voluntad rogaba al Señor, no que la echase a la parte que más servido fuese, como se suele decir, mas que le llevase de aqueste mundo.

La dulzura parecía una aureola de Anita. La salud había vuelto, purificada con cierta unción de idealidad, al cuerpo de arrogante transtiberina de aquel modelo de madona. Don Víctor Quintanar se había restituido a su amistad íntima con don Álvaro Mesía, en cuanto regresó este de Palomares, y al poco tiempo notó el Magistral que el converso se le rebelaba.

Lo primero, hijas mías decía con unción el expositor , es limpiar el intellectus de errores adquiridos en la infancia, de prejuicios y muletillas; lo primero es querer entender. No admito argumentos que no sean racionales. Y cuando nos morimos preguntó una de las samaritanas , ¿qué pasa? Hija, cuando nos morimos, pasamos a fundirnos en el grandioso conjunto universal...

38 Y el altar de oro, y el aceite de la unción, y el incienso aromático, y la cortina para la puerta del tabernáculo. 39 El altar de bronce, con su enrejado de bronce, sus varas, y todos sus vasos; y la fuente, y su basa.

Hay que esperar en un salón; vendrá a buscarte la madrina y otras damas, se te anunciará y al entrar harás tres reverencias... una así... otra así... y por último otra así. La jovencita rubia, puesta en pie y en medio del corro, hacía las genuflexiones con tal unción, delicadeza y primor, que parecía que en su vida había hecho otra cosa.

En la cátedra universitaria enseñaba dicen sus alumnos con verdadero fervor. En la conferencia pública, en el folleto y el libro pone esa misma unción pedagógica.

Beber y más beber. El vinazo y el aguardientazo le remataron. Una mañana despertó ella oyéndole dar unos grandes gruñidos... así como si le estuvieran apretando el tragadero. ¿Qué era? Que se estaba muriendo. Saltó espantada de la cama, y llamó a los vecinos. No hubo tiempo de suministrarle y sólo le cogió la Unción. Esto pasaba en Lérida.

Uno de los más chiflados de la escuela se esforzaba en convencer a Rubín, tomando ese tonillo de unción y ese amaneramiento de cuello torcido y ojos bajos en que cae todo propagandista de doctrina religiosa, cualquiera que sea. Feijoo aparentaba creer, por darles cuerda y oírles desatinar.

Palabra del Dia

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