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Era este viaje el quinto que emprendía a las riberas del Plata, y mostraba una pericia de navegadora trasatlántica en su amabilidad con el personal del buque que mejor podía servirla, en la reserva discreta con que se mantenía aparte de los pasajeros de una clase social superior especialmente de las señoras, modo seguro de evitarse desprecios y malas palabras , y en su acierto al escoger su lugar en la cubierta, colocando el mismo sillón de junco, las almohadas y las mantas que le habían acompañado en anteriores viajes. «Yo voy a Buenos Aires casi todos los años había dicho al curioso Maltrana para cortar sus preguntas insidiosas . Es mi negocio; viajo por una gran casa de sombrerosMaltrana, malicioso e incrédulo, pensaba que la hermosa viajera comercial no debía llevar con ella otras muestras que los propios sombreros, un poco fatigados.

Tenia pues la posibilidad de publicar muchísimos y muy preciosos documentos recogidos en mis exploraciones trasatlántica y Europea, diversidad de aplicaciones muy importantes para la industria local y para el comercio; todo lo cual, siendo de un interes demasiado especial para Bolivia, no me habria sido permitido imprimirlo en la obra general de mi viage.

La chilena, «cuello de cisne», era a modo del núcleo central de esta célula de la sociabilidad trasatlántica, y en torno de ella aglomerábanse varias uruguayas, «las de los bellos brazos», y algunas brasileñas, «las de los ojos de antílope».

Esta circunstancia es la que ha contribuido mas poderosamente á darle mucha importancia comercial á Soulhampton y crear allí un movimiento poderoso en la telegrafía, los ferrocarriles, las comisiones de cambio, las industrias marítimas, las construcciones navales, los correos y las grandes importaciones de metales preciosos, tintes finos y otros artículos de produccion trasatlántica.

Ahora se veía solo, completamente solo en este buque, que también parecía envejecer al llegar a la última parte de su viaje, encabritándose en mares obscuros y violentos después de haberse deslizado sobre azules y luminosas extensiones impregnadas de sol... La novela trasatlántica de Ojeda llegaba a su fin.

El 29 de julio de 1826 me embarqué en Brest á bordo de la Meuse, fragata del Estado, y principio á mi peregrinacion trasatlántica. Hice escala en las Canarias, en donde durante algunos dias pude estudiar, á la vista del famoso pico de Teide, las producciones de la isla de Tenerife, así como sus crestas desgarradas.

También era extraordinaria la concurrencia en este salón. Casi todas las mesas estaban ocupadas. Los pasajeros obsequiaban a los amigos que habían venido a saludarles. Miró Fernando con melancolía esta vasta pieza, en la que se había deslizado para algunos toda la vida trasatlántica. La última noche, Isidro. Puede usted decir adiós al buque.