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Actualizado: 26 de julio de 2025
Acostumbrándose á pensar sobre cuantos objetos se ofrecen, y á dar constantemente al espíritu una direccion seria, se consigue lentamente, y sin esfuerzo, la conveniente disposicion de ánimo, ya sea para fijarse largas horas sobre un punto, ya para hacer suavemente la transicion de unas ocupaciones á otras.
La vida de Herodes, parte de cuya comedia utilizó Calderón en El mayor monstruo los celos, constituye una transición entre los dramas religiosos y los mundanos. Mientras Herodes hace la guerra en la Armenia por mandato de su padre Antipatro, llega á sus manos un retrato de la bella Mariana, princesa de Jerusalén. Después de regresar victorioso á Ascalón, sabe que su hermano Fausto está enamorado de Mariana, y se encamina en secreto á Jerusalén para oponerse á este casamiento. Al llegar allí, tiene la fortuna de librar á la Princesa de un peligro de muerte. Disfrázase de pastor para conquistar así el amor de Mariana, y logra cumplidamente su objeto, siendo preferido por ella á Fausto.
Unas veces creía sentir que le manoseaban el corazón y se lo estrujaban hasta no poder más; otras veces pensaba que se lo metían entre hielo, y allí lo tenía tiritando sin que valiesen de nada las pieles y franelas que le ponían sobre el pecho, hasta que por una brusca transición entraba en un horno encendido donde se abrasaba de tal suerte que hacía pedazos con sus manos crispadas cuanta ropa le habían echado antes encima; otras, en fin, sentía un animal que clavaba en él los dientes, produciéndole tan agudos dolores que no le dejaban fuerzas para gritar.
Ese interesante monumento data del siglo XV y muestra las tendencias de trasformacion ó transicion hácia el Renacimiento que dominaron generalmente en la arquitectura gótica de ese tiempo.
Aquella transición de la trapera a la dama, de la niña a la mujer, transición para mí violenta puesto que alejado de ella durante seis años no había podido asistir a la elaboración lenta, gradual, lógica de aquella transformación; fue para mí...
Era un castillete de dos cuerpos, que revelaba el período de transición del siglo XV: la diversidad de gustos superpuestos de aquella España católica que aún tenía moros en su territorio.
Pero la mente divina quiso formar la transición del hombre al bruto, y fabricó a Botín. Entre la palabra y el rebuzno, ¿qué hay? Un discurso de Botín. JOAQUÍN. ¡Bravísimo!... Vamos, cuando me comparo con él... Permíteme que me alabe en presencia de ese bárbaro egoísta. Yo vivo de lo ideal, yo sueño, yo deliro y acato la belleza pura, yo tengo arrobos platónicos.
Rara vez se me ha ofrecido ese caso; por el contrario, ha sido con vivo placer cómo he llenado estas páginas que me recordarán siempre una época que por tantos motivos ha determinado una transición definitiva de mi vida.
La poderosa federación va realizando entre nosotros una suerte de conquista moral. La admiración por su grandeza y por su fuerza es un sentimiento que avanza a grandes pasos en el espíritu de nuestros hombres dirigentes, y aún más quizá, en el de las muchedumbres, fascinables por la impresión de la victoria. Y de admirarla se pasa por una transición facilísima a imitarla.
El camino de la «Cabeza-Negra.» El canton de Valais. El Valle del Dranza y Martigny. El Ródano. Allí el viajero se encuentra totalmente rodeado de los magníficos cuadros de la naturaleza alpestre, de tal manera análogos, aunque multiformes, que no se percibe muy fácilmente la transicion al pasar del país monárquico de Saboya á la republicana Suiza.
Palabra del Dia
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