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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Esta manera de considerar la persona de Marner no era otro motivo que la palidez de su rostro y sus ojos singulares, porque Jacobo Rodney, el matador de topos, afirmaba lo que sigue: Una tarde, al volver a su casa, había visto a Silas apoyado contra una cerca, con el pesado fardo al hombro, en lugar de colocarlo sobre la cerca, como hubiera hecho un hombre que estuviera en su juicio; después, al acercarse, vio que los ojos del tejedor estaban inmóviles como los de un muerto; en seguida le habló, lo sacudió y notó que sus miembros estaban rígidos, y que las manos apretaban el saco como si fuesen de hierro; pero, precisamente en el momento en que acababa de convencerse de que Marner estaba muerto, éste recobró sus sentidos, le dio las buenas noches y se marchó.
El caballo que ha crecido comiendo pasto duro en el campo se muere de inanición mordiendo palos o mascando tierra frente a una pila de maíz desgranado, como, en las grandes sequías, el hindú, vegetariano por precepto religioso, se muere de hambre en medio de un rebaño de vacas sagradas o profanas, y en la misma situación se encuentran los noctámbulos del oscurantismo, que, viviendo en el tenebroso ambiente de las verdades reveladas, se sienten enceguecidos por la claridad de las verdades demostradas, como los topos y los murciélagos por la luz del día.
«¿Todo eso para qué? decían acercando con mano trémula los pucheros al fuego. ¿No habéis vivido hasta ahora sin necesidad de hurgar la tierra como los topos? ¿Os ha faltado un pedazo de borona y un sorbo de leche? ¿Qué más queréis? ¡Servid á Dios y morid en vuestras camas como cristianos y no como perros en esas cuevas de infierno!»
En varios pasajes repite el Diario del Almirante, ya al avistar la tierra, ya por celebridad de la fiesta de la Virgen María que ponía banderas en los topos de los mástiles y ataviaba la nao, y como quiera que desde el siglo XIV se acostumbraban flámulas con los castillos y leones, diciendo el cronista francés Froissart que en la batalla de la Rochela las llevaban las naos castellanas tales, que desde los topes llegaban á tocar el agua, cosa hermosa de ver, es presumible que por gala las tuvieran las carabelas, así como otras particulares y de señas que la ordenanza autorizaba.
Y las mujeres salieron asimismo vestidas muy ricamente, con unas mantas y fajas, que ellos llaman chumbis, muy labradas de oro, y con los prendederos de oro muy fino, los cuales son unos alfileres largos de dos palmos que ellos llaman topos; y ansí mismo sacaron estas mujeres el servicio con que habian de servir y guisar de comer á sus maridos, como son ollas y cántaros pequeños, y platos y escudillas y vasos para beber, todo de oro fino.
Palabra del Dia
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