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Una generacion muestra contento Al tiempo de la muerte, y hace fiesta, En lugar del funesto sentimiento, Que hace la española gente mesta. Si se tuviese el buen conocimiento De aquesta triste vida tan funesta, Con la muerte contento se tenia Tomándola por gozo y alegria.

Estaba tomándola el pulso a su modo. Clavó con sus ojos menudos los de Ana y repitió: ¿No sabes lo de Álvaro? El pulso se alteró, lo sintió ella con gran satisfacción. «A con santidades, pensó; pulvisés, como dijo el otro». ¿Qué le pasa? ¿qué se ha marchado? Ya lo . No, no es eso. ¿Qué? ¿No se ha marchado? Nueva alteración del pulso, según Visita.

Es muy cierto que no veía gota, y que saludaba a veces a una figuranta tomándola por una estrella; pero marchaba siempre con el aire resuelto de un Alejandro al entrar en Babilonia. Por eso las muchachas del cuerpo de baile, que se complacen en poner remoquetes a las personas, lo habían bautizado con el sobrenombre de Vencedor.

Hizo llamar a Costanza, y tomándola de la mano, se la presentó a su padre, diciendo: Recebid, señor don Diego, esta prenda, y estimalda por la más rica que acertáredes a desear. Y vos, hermosa doncella, besad la mano a vuestro padre, y dad gracias a Dios, que con tan honrado suceso ha enmendado, subido y mejorado la bajeza de vuestro estado.

Vió la muchacha aquel objeto blanco, que al principio juzgó ser cosa menos delicada caída de las ramas del árbol, y tomándola, la estrujó entre sus dedos y la arrojó lejos de con indiferencia desdeñosa. Un rato después convocó á su rebaño y se fué. Mucho tardó nuestra infortunada viajera en volver de su desmayo.

Clara muy pálida y con el entrecejo fruncido le preguntó al cabo secamente: ¿Qué deseaba usted? Pero Elena sin responder clavó en ella una mirada de angustia y de dolor tan intensos que traspasó el corazón de su cuñada. Dio ésta un paso hacia ella y tomándola por la mano y cerrando después la puerta le dijo gravemente: Ven conmigo.

Y como «La Cruz Roja» no respondía, don Santos dirigiéndose a su propia sombra que se le iba subiendo a las barbas, según se acercaba a la puerta cerrada del comercio, tomándola por el mismísimo señor De Pas, le dijo: ¡Señor obscurantista! ¡apaga luces!... usted ha arruinado a mi familia... usted me ha hecho a hereje... masón, , señor, ahora soy masón... por vengarme... por... ¡abajo la clerigalla!

Y además, te tengo le dijo tomándola, cariñosamente de la mano que Lucía le abandonó como apenada y absorta. Te tengo, y de ti me vienen, y en ti busco, las fuerzas frescas que necesito para que el corazón no se me espante y debilite.

Sancho Panza, que también tuvo a milagro la mejoría de su amo, le rogó que le diese a él lo que quedaba en la olla, que no era poca cantidad. Concedióselo don Quijote, y él, tomándola a dos manos, con buena fe y mejor talante, se la echó a pechos, y envasó bien poco menos que su amo.

Vió a Federico y corrió al castillo para avisárselo a mi madre. ¡Ay, mi buena Marta! lo que yo tendré que sufrir no es nada, me lo merezco; pero vos... Sostenedme, no puedo más, mis fuerzas me abandonan. El aya oprimió a la joven contra su pecho, y la besó con ternura, murmurando a su oído palabras de consuelo. Ven, Elena dijo la viuda tomándola del brazo , no podemos permanecer aquí.