United States or United States Minor Outlying Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Ah! gritó, ahogando el grito antes de salir de los labios, Emma, que acababa de ver un pie de la Gorgheggi, al descender la tiple majestuosamente de su trono de madera pintada de colorines. Fuera un anacronismo o no, las botas de S. A. eran idénticas a las que había comprado ella por la tarde. Fuejos no había mentido. Lo mismo que las mías.

Su marido, el señor Cuervo, y sus hijos comían los garbanzos duros, se lavaban sin toalla porque ella había salido con las llaves, como siempre, y no acababa de volver. «¿Cómo había de volver si aquella empecatada de Regenta no se daba a partido, y resistía al hombre irresistible con heroicidad de roca?». El mísero empleado del Banco retorcía el bigotillo engomado y con voz de tiple decía a la muchedumbre de sus hijos que lloraban por la sopa: Silencio, niños, que mamá riñe si se come sin ella.

Luego, Dantchari aseguró que sabía imitar la voz de tiple, y entre Bautista y él cantaron la canción que comienza diciendo: Marichu, ¿ñora zuaz eder galant ori? Bautista cantando de mozo y Dantchari de chica, dirigiéndose preguntas y respuestas de burlona ingenuidad, hicieron las delicias de la concurrencia.

No hablo del pie, borrico; el pie ya yo lo que vale; hablo de las botas.... Te pregunto si sabes quién tiene otras iguales. ¿Yo?, cómo he de saber.... Pues no hay más que estas y otras vendidas; me lo ha dicho Fuejos, el mismísimo zapatero, tu amigo Fuejos. No ha vendido más que estas y las de la tiple. Y por eso te preguntaba yo... alcornoque. Tienes una memoria como un madero.

Después me hizo explicarle lo que pasaba en la escena: halló el matrimonio del tenor y la tiple muy proporcionado, pero compadecía de veras al barítono, a quien birlaban la novia; quedó sumamente disgustada cuando al fin del acto el tenor se ve en la precisión de acompañar a la reina y dejar abandonada a su futura, y declaró resueltamente que esta era una conducta indigna.

Y le cogió la mano que andaba tropezando en la cortina, y se la apretó con franca cordialidad. Serafina... yo no ... lo que me hago... usted creerá... Ella no le contestó, encontró la salida, levantó el cortinón, y con una mirada intensa, llena de caridad y protección, le dijo que la siguiera. Pero Bonis no se atrevió a traducir la mirada, y no siguió a la tiple.