Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 30 de abril de 2025
En Madrid y Sevilla residió el clérigo Roelas indistintamente largas temporadas, ejecutando para su patria obras como la Muerte de san Isidoro que existe en el altar mayor de dicho templo, el San Pedro libertado de la prisión que se encuentra en la capilla de la iglesia del mismo nombre, el Martirio de santa Lucía de la iglesia dedicada á esta santa, y el Martirio de san Andrés que estuvo en la capilla de los Flamencos en santo Tomás y hoy se admira en el Museo provincial, donde se guardan además una Santa Ana con la Virgen, un San Ignacio y una Concepción.
Ventura, con su desdeñoso porte, con sus riquísimos vestidos, con la frialdad despreciativa con que trataba a sus conocidas, vengaba lindamente a aquella pobre mujer, a quien las señoras de Sarrió tanto habían hecho sufrir en vida. Se pasó el invierno en Tejada, un invierno crudo, como pocos lo habían sido. A temporadas llovió mucho, y esto hacía imposible el salir de casa.
Sólo de vez en cuando entregaba á éste en silencio algún dinero. En silencio también lo recibía su cuñado y lo entregaba después á quien iba destinado. La compañía de su sobrinita María, que comenzó á pasar largas temporadas en Oviedo y por último casi vino á vivir enteramente, alegró aquella casa sepulcral. La niña parecía tenerles amor y acomodarse bien á sus costumbres y manías.
Gustaba de albergarse en fementidas casas de huéspedes de los barrios del Sur; mudaba de domicilio con frecuencia, y por temporadas, en vez de tener domicilio fijo, pernoctaba en las casas de dormir y comía en las tabernas. El ejercicio de la vida independiente le dio cierto vigor de voluntad, que es propio de los vagos; aguzó su ingenio, precipitó su desarrollo intelectual.
A pesar de la estrecha amistad que unía a los Hernández de Sandoval con mi familia, desde largos años, no había yo tenido ocasión de visitar ninguna de sus haciendas, aunque ellos sí habían pasado largas temporadas en la nuestra, situada en el centro del país; de manera que, en cuanto se ofreció la oportunidad de acompañar al hijo de la casa, Antonio, pudiendo desprenderme de mis no múltiples, pero sí imprescindibles quehaceres, la aproveché gustoso para ir en tan grata compañía a recorrer la finca principal de su casa, célebre por su riqueza y encantos naturales.
Otro motivo del terror que el teatro y los sitios públicos le inspiraban era encontrar caras conocidas, y este recelo la tenía como azorada y sobre ascuas durante la función. En la casa se hallaba muy bien. Había tenido seguramente en su vida temporadas de mayor felicidad, pero no de tan blando sosiego.
En el año 1701 no había habitadas en todo el Archipiélago de Marianas más que las islas de Guajan, Rota y Saipan, y estas últimas, era tan poca su importancia y tanta su miseria, que al despoblar los españoles años después la isla de Rota, dice una crónica de aquel tiempo, literalmente lo que sigue: «La tierra es estéril, el cielo melancólico, el viento y el mar á temporadas furioso, horrible y formidable.
Era su médico predilecto, a temporadas, porque ella, fijo y único, no lo quería. Cambiaba de médico como pudiera cambiar de favorito si fuese una Cristina de Suecia o una Catalina de Rusia, y siempre tenía en movimiento un ministerio de doctores. Aguado era de los que más tiempo ocupaban el poder, por ser especialista en enfermedades de la matriz, y en histérico, flato y aprensiones, total flato.
En Madrid había de ordinario dos compañías: una en el teatro de la Cruz, y otra en el del Príncipe . Las ciudades menos importantes disfrutaban de las diversiones teatrales sólo en algunas temporadas, cuando acudían á ellas compañías de actores, contentándose, por lo común, con algunas menos calificadas por el número y el mérito de sus individuos, y formando éstas las distintas categorías antes indicadas, con referencia á Agustín de Rojas.
La Tiplona había vencido, y había vuelto a la ciudad en varias temporadas, y por último se había casado con un coronel retirado, dueño de aquella casa de la plaza del teatro, el coronel Cerecedo; y allí había vivido años y años dando conciertos caseros y admirada y querida del pueblo filarmónico, agradecido y enamorado de los encantos, cada vez más ostentosos, de la ex tiple.
Palabra del Dia
Otros Mirando