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Actualizado: 22 de octubre de 2025
Yace en brazos de trémula esperanza «Paventosse speme.» PETRARCA Dedicado á Lamennais Las «Palabras de un Creyente» de Lamennais, ha sido el libro de cabecera de una generacion, que ha contribuido á darle su temple moral.
Necesitas a tu lado un hombre, un marido. Tienes alma, temple, instintos y virtudes matrimoniales. Pues bien: en la caterva de tus pretendientes, forzoso será que elija yo uno, el mejor, el que por sus cualidades sea digno de ti.
Conociendo mejor que yo el temple de tu espíritu, podría también, mejor que yo, saber qué razones emplear para vencer tu dureza y obstinación, de modo que no ocultes por más tiempo el nombre del que te ha tentado á esta dolorosa caída.
Aquí se ha resuelto el problema sencilla y pacíficamente, gracias al temple democrático de los españoles y a la escasa vehemencia de las preocupaciones nobiliarias. Un gran defecto nacional, la empleomanía, tiene también su parte en esta gran conquista.
La carrera gloriosa de las armas se abría para él con los primeros rayos del sol de Mayo; y no hay duda que con el temple de alma de que estaba dotado, con sus instintos de destrucción y carnicería, Facundo, moralizado por la disciplina y ennoblecido por la sublimidad del objeto de la lucha, habría vuelto un día del Perú, Chile o Bolivia, uno de los generales de la República Argentina, como tantos otros valientes gauchos que principiaron su carrera desde el humilde puesto del soldado.
Decir al lector que hombres de semejante temple eran en la mar modelos de arrojo y valor, lo creo excusado.
El hermano Tiburcio, si bien es un mozuelo barbilampiño, sabe más que el diablo y te valdrá de mucho. Por otra parte, yo he observado que tú eres sobrado serio y esta seriedad continua a la larga a ti mismo te aburriría. Importa, pues, que la temple y modere un sujeto algo cómico y jocoso, como lo será el mencionado hermano.
Empezaban los desaires y los desprecios á amargar la vida del emigrado. No hay, sin embargo, constancia de que pusiera á prueba el temple; antes abundan otras de que era, más que de manos, suelto de lengua, teniendo experiencia de cortar la pluma más que las espadas. Ex.^mo S.^r y mio.
Será por exceso de precaución díjele, comprendiendo su náutica alegoría y deseando darle alientos. ¡Qué precaución ni qué ... tiña! me replicó muy fosco! Soy ya casco viejo, vengo desarbolao, el puerto es obscuro y la barra angosta...; ¿para cuándo es el práctico, si no es para ahora mesmo? Tiene usted razón le dije, viéndole tan sereno. En estos trances se prueba el temple del espíritu.
Aquellos ocho años vividos al lado de un hombre que ella creía vulgar, bueno de la manera más molesta del mundo, maniático, insustancial; aquellos ocho años de juventud sin amor, sin fuego de pasión alguna, sin más atractivo que tentaciones efímeras, rechazadas al aparecer, creía que no hubiera podido sufrirlos a no pensar que Dios se los había mandado para probar el temple de su alma y tener en qué fundar la predilección con que la miraba.
Palabra del Dia
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