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¡Hija de mi alma, que retefeísima te han puesto! exclamó María la planchadora con acento de duelo, pero sin poder reprimir la risa. No digas eso, mujer repuso Concha con dejillo amargo. ¡Si está preciosa! Era una mujer de veinticinco años o más, extremadamente pequeña, casi tan pequeña como Josefina, de ojos hundidos y ariscos, a quien todos los criados de la casa temían.

Los portugueses sólo admitían en su servicio á hombres de su nación y de sus escuelas que ellos mismos formaran; temían á nuestros normandos, á quienes expulsaban y desposeían de la costa de Africa.

La mayor parte de estas anécdotas él mismo las había referido: gozaba hablando de sus obscenidades. Los vecinos le despreciaban y le temían al mismo tiempo. Se le tenía por un ser extraño, misterioso, mal intencionado. Ocupaba un puesto desde el cual podía hacer daño a mucha gente.

En el imperio Griego se introdujeron los Príncipes mas por aclamacion del ejército, que por derecho de sucesion, y como temian perder el lugar por las mismas artes que le ocuparon, andaban con perpetuos recelos y temores, así de los subditos que se aventajaban á los demas en valor y consejo, de los ricos, de los honrados, de los bien quistos, como de los atrevidos y sediciosos; igualmente afligidos de las virtudes de los unos, y de los vicios de los otros.

Los trabajadores carlistas dudaban; tenía entre ellos amigos el Magistral, pero si le respetaban por sacerdote, le temían por rico... y sospechaban algo. De lo que no hablaba la multitud era del asunto de las faldas. Allá cuando la Revolución, se había dicho si tenía o no tenía don Fermín aventuras en los barrios bajos; pero ya nadie se acordaba por allí de tales cuentos.

Con semejante nueva se conmovió todo el pueblo, y al mismo punto se encendió en rabia y furor contra cualquiera que maquinase algo en daño de la religión; pero no el Mapono, que argumentando é infiriendo cuán grande hombre y mayor que sus dioses debía ser aquél á quien sus dioses temían, les respondió con voz y ademán de enojado: «Si este forastero es vuestro enemigo ¿porqué vosotros le dejáis el paso franco? ¿Por qué no le echáis del mundo, ó á lo menos tan lejos de aquí, que no se ponga á riesgo vuestra reputación? ¿Es este vuestro poder?

En cuanto á sus creencias religiosas, se asegura que no tributaban adoraciones á ninguna divinidad bienhechora; que temian , y muchísimo, á un espíritu maligno llamado Chukiva: creian, por lo demas, en la existencia de otra vida. Cuando alguna persona caia enferma, se ponia inmediatamente en camino para ir á buscar asistencia en la casa donde habia nacido, por mucha que fuese la distancia.

Las extravagancias religiosas de don Pablo Dupont hacían reír a toda la ciudad; pero eran muchos los que reían con cierto temor, pues dependiendo más o menos directamente del poderío industrial de la casa, necesitaban de su apoyo para los negocios y temían su cólera.

La suerte es que antes de llegar aquí tienen mucho en que cebarse, y cuando suban a estos barrios, ya estarán tan hartos, que... Continuó durante la noche la intranquilidad. Bringas y otros muchos vecinos no se acostaron o hicieron traer provisiones para muchos días. A cada instante temían verse acometidos por las turbas.

32 Y temían al SE