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Actualizado: 3 de mayo de 2025


El confundir estas dos cosas es dar pié á una monstruosa confusion de ideas, y nace á su vez de otra confusion no menos monstruosa, de la relacion de causa y efecto, con la relacion de substancia y accidente. Tanta diferencia va de una cosa á otra, que no solo la razon nos las muestra distintas, sino que á cada paso la experiencia nos las ofrece separadas.

El maestro Josef de Valdivielso. Por comisión del señor doctor Gutierre de Cetina, vicario general desta villa de Madrid, corte de Su Majestad, he visto este libro de la Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, por Miguel de Cervantes Saavedra, y no hallo en él cosa indigna de un cristiano celo, ni que disuene de la decencia debida a buen ejemplo, ni virtudes morales; antes, mucha erudición y aprovechamiento, así en la continencia de su bien seguido asunto para extirpar los vanos y mentirosos libros de caballerías, cuyo contagio había cundido más de lo que fuera justo, como en la lisura del lenguaje castellano, no adulterado con enfadosa y estudiada afectación, vicio con razón aborrecido de hombres cuerdos; y en la correción de vicios que generalmente toca, ocasionado de sus agudos discursos, guarda con tanta cordura las leyes de reprehensión cristiana, que aquel que fuere tocado de la enfermedad que pretende curar, en lo dulce y sabroso de sus medicinas gustosamente habrá bebido, cuando menos lo imagine, sin empacho ni asco alguno, lo provechoso de la detestación de su vicio, con que se hallará, que es lo más difícil de conseguirse, gustoso y reprehendido.

Don Fadrique, príncipe de singular prudencia, y maestro grande de la arte del reinar, no quiso empeñar su reputacion en nuestras armas, porque las tubo por perdidas cuando le pidieron socorro, ni declararse por enemigo de Andronico hasta que le vió sin fuerzas para defenderse; pero los accidentes fueron tan diferentes de lo que se presumia, que la resolucion del rey con tanta razon determinada, vino como veremos, á no tener el efecto que hubiera si antes les socorriera.

Indignáronse mucho las damas, y Carmen Tagle exclamó lastimeramente: ¡Y tanta apoplejía vacante!... ¡Tanta pulmonía desperdiciada!...

El hijo no atrapó el sueño con tanta facilidad: le pesaba mucho la ropa, aunque era la puramente indispensable para cubrirse, y no cabía en la cama buscando posturas. Al fin, hecho un aspa, se quedó dormido.

Después de algunas páginas en blanco, el juez halló este pensamiento que le llamó la atención: «El gozo no tiene tanta virtud para hacer olvidar el dolor, como un nuevo dolor. La noche del 12 de AgostoEntre las dos hojas había algunas flores secas, rígidas y descoloridas, a guisa de señal.

Llegó el alguacil, apartó la gente, entregó a sus corchetes al Asturiano, y antecogiendo a su asno, y al herido sobre el suyo, dió con ellos en la cárcel, acompañado de tanta gente, y de tantos muchachos que le seguían, que apenas podía hender por las calles.

La excitación fue tanta que al fin cayó privado de conocimiento, echando espuma por la boca. Recobró al poco rato el sentido; estuvo enfermo algunos días; al cabo curó por completo sin que el ataque hubiese dejado rastro alguno como se temía. La boda de Presentación se realizó sin ningún otro incidente desagradable. Todo volvió a quedar en paz.

Pero tanta independencia trae, como es lógico, aparejada una mayor responsabilidad: ya que tanto se le perdona al novelista, menester es que su invención no desmaye jamás: de todo se le exime menos del ingenio.

Si vos no lo sentís, no es mucho, que criado con hambre desde niño, como el otro rey con ponzoña, os sustentéis ya con ella. No os veo hacer diligencia vehemente para mascar, y así, yo determino de hacer la que pudiere. ¡Cuerpo de Dios -replicó- con vos! Pues dan agora las doce ¿y tanta prisa?

Palabra del Dia

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