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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Si nombráis a Dios, llamadle por su nombre, y no con los que están hoy de moda, Ser Supremo, Suprema Inteligencia, Moderador del Universo y otros de este jaez. ¡Cómo, señora tía! exclamó Rafael , ¿negáis a Dios sus poderes y sus prerrogativas? No por cierto respondió la marquesa ; pero en el nombre Dios se encierra todo. Buscar otros más altisonantes es lo mismo que platear el oro.
El poder judicial está investido en el consejo supremo y en el de casación y en los tribunales superiores y supremos. Los jueces del concejo supremo son siete y son nombrados por el congreso nacional durante un período de siete años.
Cada una de ellas le parecía no pronunciada antes por nadie, creada con talento supremo para que ella expresara sus pensamientos recónditos. Y para oírla, se había quedado. Su alma fue desde ese instante el asiento de la más absoluta admiración. Jamás había creído llegar a depender así de una criatura humana.
Se decían prontamente, pero no era fácil evocar con exactitud la visión de trescientos muertos juntos, trescientos envoltorios de carne humana lívida y sangrienta, los correajes rotos, el casco abollado, las botas terminadas en bolas de fango, oliendo á tejidos rígidos en los que se inicia la descomposición, con los ojos vidriosos y tenaces, con el rictus del supremo misterio, alineándose en capas, lo mismo que si fuesen ladrillos, en el fondo de un zanjón que va á cerrarse para siempre... Y este fúnebre alineamiento se repetía á trechos por toda la inmensidad de la llanura.
Así quedaría su ambición plenamente satisfecha; llevaría él con justo título el nombre de Balarán; el mismo nombre del pasmoso hermano de Crishna. Y así lograría él ser Brahmatma o jefe supremo de su casta, de su secta y del imperio que en ella se fundase. Repugnaba Morsamor ser mero y dócil instrumento del brahmán ambicioso. Harto conocía que era delirio aspirar a más.
Confesábase un gitano, ladrón empedernido y díjole el cura: ¿Qué harías, infeliz, si el Juez Supremo te llamara ahora al juicio? ¿Pues qué había de jacer?... ¡No dir!...
Qué momento tan solemne aquel, de recogimiento para el alma del viajero, de esperanza profunda y de temor supremo! Al dejar la playa arenosa donde quiebra sus hondas el majestuoso Magdalena, creía separarme de un inmenso tesoro.
Esta respondió a la voz de su jefe con un supremo esfuerzo; obligaron a rendirse a los ingleses que custodiaban el barco; enarbolaron de nuevo la bandera española, y el Santa Ana quedó libre, aunque comprometido en nueva lucha, más peligrosa quizás que la primera.
Por grandes que sean nuestros pecados y nuestros crímenes, no tenemos derecho a condenarnos nosotros mismos ni a alejarnos de la Santa Iglesia por nuestra propia voluntad; sería un crimen aun más grande e imperdonable, porque de ese modo nos mezclaríamos en las decisiones del Juez Supremo.
Aquel rayo de luz le recordaba los rayos místicos de las estampas de los libros piadosos; él había visto en pintura que a los santos reducidos a prisión, y aun en medio del campo, les solían caer sobre la cabeza rayos de sol por el estilo del que le estaba molestando. No era idólatra, pero creía en el Hacedor Supremo y en su justicia, que tenía por principal alguacil la conciencia.
Palabra del Dia
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