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Las dalagas de Lucban imprimen un sello especial y sui generis á todas sus fiestas, bien sean de carácter religioso, bien puramente mundano.

Ese respetable señor que va elegantemente vestido, no es médico pero es un homeópata sui generis: profesa en todo el similia similibus... El joven capitan de caballería que con él va, es su discípulo predilecto... Ese con traje claro que tiene el sombrero ladeado, es el empleado S cuya máxima es no ser nunca cortés y se le llevan los diablos cuando ve un sombrero puesto sobre la cabeza de otro; dicen que lo hace para arruinar á los sombrereros alemanes... Ese que llega con su familia es el riquísimo comerciante C que tiene más de cien mil pesos de renta... pero ¿qué me dirás si te cuento que me debe todavía cuatro pesos cinco reales y doce cuartos?

Es de advertir que en la provincia de Tayabas, las principalas asisten á la mayor parte de los actos oficiales, no faltando nunca á las elecciones. Más de un indio se traspuso ante los vapores del tinto; pero sin consecuencias. La borrachera del indio es sui generis, propia y peculiar suya. Generalmente no pierde el conocimiento, y rarísimas veces le da la juma por ser valiente y pendenciero.

Pasar un objeto de las manos de Juan á las de Pedro sin cierta solemnidad sui géneris, valdría tanto como para la conciencia de un cristiano viejo un buen creyente sin bautizar, símil en que, sin duda alguna se fundaron los académicos de mi lugar para llamar á dicha ceremonia mojar el asunto.

Ningún patricio romano tuvo jamás una idea más perfecta del sui juris, de los sagrados derechos que «la ciudad» había depositado en sus manos. Desde que esto acaeció, don Jaime, a pesar de sus cincuenta y pico de años, pasó a ser en sus manos una verdadera cosa como previene la Instituta.

Con todos estos trabajos estaba tan vigoroso el ánimo del Padre Cardiel, que si hubiera sido sui juris, se hubiera venido por tierra, descubriéndolo lo que hay acerca de los decantados, ó encantados Césares, y de naciones dispuestas á recibir el Evangelio, para lo cual ya se le habian ofrecido algunos de su comitiva.

Se desafiaban a cuál hablaba más por lo fino, y si el marqués daba muchas vueltas al involucrar, al ad hoc, al sui generis y otros términos latinos, en seguida se veía al otro poniendo en prensa el cerebro para obtener frases tan selectas como la concatenación de las ideas.

Y decimos sobre su monja, porque cada confesor no tenía ni podía tener más que una hija de confesión en el convento, y aun en los conventos de la población en que se encontraba. ¿Saben nuestros lectores lo que hubiera sucedido si un fraile ó un clérigo se hubiese atrevido á tener á su cargo más de una conciencia en la comunidad? Esto hubiera sido una especie de adulterio sui generis.

Y no reparan que si en el mundo no hay Amadises, tampoco hay Gargantúas ni Pantagrueles, porque las caricaturas gigantescas no son más que idealizaciones sui generis, siendo bajo este aspecto tan ideal un Sueño de Quevedo como una tragedia de Esquilo o unos tercetos de Dante.

Aproximándose más á este hombre se notaba: primero, que tenía cincuenta y más años; segundo, que tenía los cabellos mitad canos, mitad rubio panocha; tercero, que su fisonomía marcaba á un tiempo el recelo, la avaricia y la astucia; cuarto, que á pesar de todo esto, había en aquel semblante esa expresión indudable que revela al hombre de bien; quinto, que era rígido, minucioso é intransigible con las faltas de sus dependientes en el desempeño de su oficio; sexto y último, que emanaba de él cierta conciencia de potestad, de valimiento, de fuerza, que le daba todo el aspecto de un personaje sui generis.