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Actualizado: 13 de julio de 2025
¡Supongámoslo!... ¿y quién te ha dicho que los animales sufren en su condición de tales?... Tú echas todo a la broma y a la jarana, porque eres feliz. No, Ricardo, yo no soy feliz en el concepto en que tú y todos entienden la felicidad, porque la felicidad comprende un cúmulo de circunstancias que jamás se encuentran reunidas; lo que hay es que yo no quiero ser desgraciado y... ¡no lo soy!
Nada le cuesta a usted la paciencia, señor inspector general, pues cobra su sueldo del mismo modo. Bastante más cara es para nosotros, pues nos perjudican mucho esas lentitudes administrativas. Mientras usted nos adormece con buenas palabras, quedan desconocidos nuestros derechos, nuestros intereses sufren y disminuyen nuestros recursos.
Con saña que horroriza, indecibles torturas, porque tanto te amaron y desearon tu bien, cuantos mártires sufren; más en sus almas puras te bendicen en medio de angustias y amarguras y, si les dan la muerte, bendicente también.
Soledad empezó á coser en una sastrería; pero su jornal era tan exiguo que apenas si con él podía comprarse un vestidito de percal y calzar pasablemente. Aquí era donde le dolía á la mocita. Las andaluzas sufren sin pena el ir vestidas con cualquier trapillo; pero viven infelices si no llevan una media bien limpia y un zapato fino y ajustado.
Por ejemplo, lady Anetta Gordon y Violeta Drummond, dos preciosas niñas que se han estrenado en esta última season, sufren verdaderas torturas con esas viejas brujas que las acompañan a todas partes.
Hay momentos en que los más rutilantes espíritus sufren pasajero eclipse, y entonces, mostrándose la naturaleza en toda su desnudez, aparecen las malas pasiones que bullen siempre en el fondo del alma humana. Esto fué lo que pasó á mis cuatro jueces en aquella noche funesta. Sucedió que unas palabras de D. Marcos, que fué siempre algo deslenguado, irritaron al augusto crítico.
Sin embargo, me equivoco. Al pasar uno de ellos por delante de mí para arrojar un haz de leña al fuego, me dijo con voz baja y conmovida: ¡Ya ve usted, señor, que en nuestro oficio se sufren a veces muchas penas! ¿Qué es eso, tío Azam? ¿Una carta? Sí, señor... una carta que viene de París. ¡Y poco orgulloso estaba el buen tío Azam con que la carta viniese de París! Yo no.
¿Y quién te ha dicho que las gallinas de tu casa no sufren horriblemente cuando se hace guiso de pollos? ¿O que los gatos de nuestros tejados no se sumergen en un mar de tristeza cada vez que nuestros fonderos ofrecen a sus clientes el «civet de liebre»?... ¿Sabes lo que sucede?... No sé adonde vas. A esto: los animales sufren lo mismo que nosotros, pero no les importa. Eso dices tú.
Dichos esfuerzos han creado las artes, no habiendo inventado ni una sola el hombre sin apercibirse de que los animales habíanla inventado antes que él, inspirados por el instinto, tan grande y notable, que poseen de salvación. Sufren, están atemorizados y quieren vivir. No es dado creer que los seres poco avanzados, embrionarios, sean casi sensibles: muy al contrario.
El mundo rebosa de gentes que sufren con todo triunfo ajeno y quisieran ir por él con una pica derribando cuanto les sobresale: y de gentes parasitarias que se ríen de todo lo que no comprenden. Pero... desprecio para ellos los envidiosos y desdeñosos de oficio, ¡lástima de sus humanas envolturas tan vilmente rebajadas!
Palabra del Dia
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