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Actualizado: 8 de junio de 2025
Vámonos andando dijo. Y ambos echaron a andar agarrados del brazo, sin pronunciar una palabra, atravesando diagonalmente el paseo para ganar la acera opuesta, por parecerles quizá menos solitaria.
Su majestuosa figura, fantasma blanco en medio de la sombra, traía como un misterio teatral a la solitaria habitación en que el padre y el hijo estaban, rodeados de tinieblas e invisibles. «¿Se ha marchado D. Manuel?».
De la compañía de las mujeres había huido como por instinto, desde pequeño; pero a los veinte años, muerta su madre, dueño de una inmensa fortuna, salió de un golpe, con transformación repentina, de la vida solitaria del campo, donde alternaba los violentos ejercicios con las mortificaciones del estudio, para entregarse fría y casi estudiosamente a los elegantes y malsanos placeres de la gran ciudad.
¡Ved! La Muerte se ha erigido un trono, en una extraña ciudad que se levanta, solitaria, muy lejos, en el sombrío occidente, donde los buenos y los malos, los peores y los mejores han ido hacia la paz eterna. Allí los templos, los palacios y las torres torres carcomidas por el tiempo, y que no tiemblan nunca, no se parecen en nada a las nuestras.
De la plazuela de San Benito pasamos á otra no menos solitaria y monumental, denominada del Águila, siendo de advertir que, como no encontrábamos á nadie que pudiese indicarnos el camino, teníamos que guiarnos por la posición del sol, á fin de llegar pronto al hotel, pues iba siendo hora de almorzar..... en su reglamento y en nuestro estómago.
Hoy la antigua capital de ese reino morisco no es en su gran masa sino un gran poblachon, fea, triste, casi solitaria y en muy notable decadencia respecto de su pasado.
Ni sentí amor, ni fingí tener ninguno. Es verdad, replicó el médico: ¡fué una locura mía! Ya lo he dicho. Pero, hasta aquella época de mi vida, yo había vivido en vano. ¡El mundo me había parecido tan triste! Mi corazón era como una morada bastante grande para dar cabida á muchos huéspedes, pero fría y solitaria. Yo deseaba tener un hogar, experimentar su calor.
Guarecidas de la lluvia ama y criada, atravesaron la plaza por uno de sus flancos, internándose después por una calle estrecha, larga y solitaria. Los honrados habitantes dormían el sueño dulce de la mañana.
La hermosa casa que había mandado construir sobre las arenosas colinas, parecíale a veces solitaria y triste. A menudo, sorprendíase a sí mismo, tratando de reconstruir con las graves facciones de Carlos las de aquel niño cuyo vago recuerdo tanto le ocupó en el pasado y que tanto hoy le preocupaba. Imaginábase que era ésta señal de que se le acercaba la vejez y con ella una nueva infancia.
La calle solitaria ofrecía el mismo aspecto de todas las noches. La brisa agitaba dulcemente las hojas de los árboles. Una paz solemne parecía desprenderse del espacio.
Palabra del Dia
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