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Actualizado: 14 de noviembre de 2025
Los pobres están más pobres, y la Minificencia no puede recoger a tantos. ¡La libertad!... Pillería, chica, pillería. Entonces había más señorío, créelo, y donde hay señorío corre el dinero y vive el pobre. Conque abur, abur». Encarnación salió con Riquín, encaminándose hacia el centro de Madrid. Era día de gran solemnidad cortesana por motivos que no es necesario precisar.
Llegando a la casona, ató la brida del animal jadeante en el aldabón de la portalada y llamó con mayor solemnidad y brío que lo hiciera en reciente ocasión don Rodrigo el del Nidal. No tenía Salvador cobardía ni miramientos como aquella otra vez que, a su regreso de Francia, esperó en aquel mismo sitio, sobresaltado por el eco arrogante de su llamada.
Discutieron, parlamentaron; diose solemnidad al convenio, jurando los dos su fiel observancia ante un emplasto viscoso y sobre un peine de rotas púas, y aquella noche durmió Pedra en el cuarto de Santa Casilda.
Sólo don Braulio sabe el paso que doy; pero don Braulio me ha prometido no abogar por mí, y se limitará a dar a usted los informes que usted pida. »Aguardaré hasta dentro de un mes, lo menos. No atribuya usted a frialdad de mi alma este largo aguardar que yo mismo impongo. Atribúyalo a la idea tan alta que tengo de la solemnidad y consecuencia del compromiso que induzco a usted a contraer.
Calzaban alpargatas, cubríanse la cabeza con boinas, pero encima de ellas, como si fuesen las enseñas del oficio, llevaban con solemnidad, uno de ellos un sombrero de copa, y el otro una teja de cura de un negro verdoso.
Y no hay remedio, a él va usted de cabeza... porque ese hombre la abandonará a usted... Son habas contadas». Fortunata tenía la cabeza próxima a las rodillas. Estaba hecha un ovillo, y sus sollozos declaraban la agitación de su alma. «¡Ah, mujer infeliz! añadió el clérigo con solemnidad, levantándose ; no sólo es usted una bribona, sino una idiota.
Avisos de Pellicer, 19 de agosto 1642. «Domingo 17 de este fué dia de gran solemnidad en Madrid. En el convento de la Santísima Trinidad había un Christo milagroso con la vocacion de Christo de la Fé que vino de las Indias. Para el dia de su traslacion los familiares del Santo Oficio y los vecinos tomaron á su cargo el aparato de la fiesta.
Después de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un poco, la comitiva se restituyó a la plaza, donde se efectuó con una solemnidad capaz de hacer derramar lágrimas al ateo más empedernido el acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios.
El joven se vio obligado a despedirse. Algunos días después de este suceso, a la hora de salir Andrés de casa por la tarde, su tío le retuvo, diciéndole con solemnidad inusitada: Andrés, necesito hablar contigo. El joven dejó otra vez el sombrero encima de la mesa, y mirando con sorpresa al cura se sentó.
Pasar un objeto de las manos de Juan á las de Pedro sin cierta solemnidad sui géneris, valdría tanto como para la conciencia de un cristiano viejo un buen creyente sin bautizar, símil en que, sin duda alguna se fundaron los académicos de mi lugar para llamar á dicha ceremonia mojar el asunto.
Palabra del Dia
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