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Actualizado: 18 de junio de 2025
Pusieron banderetas junto al contraescarpe del foso. Retiráronse luego por el daño que hacía en ellos nuestra arcabucería. Salió herido este día el Gobernador Barahona de un arcabuzazo de que murió dende á pocos días, en público contento de todos, porque era mal criado y demasiadamente cruel: con todo esto era solícito y valiente.
Lo mismo Gloria que yo, creemos que doña Tula se opone aún más que don Oscar... Y vuelta a explicárselo otra vez con pelos y señales. Luego entendió que lo que yo deseaba era que fuese a pedir por mí la mano de Gloria a su madre, y le pareció grave. No, señor conde; lo único que solicito de usted es que hable con su prima y procure suavemente vencer su resistencia.
Se me remitieron dos ó tres cajones llenos de papeles, sacados secretamente del gabinete del señor Laroque, aprovechando de un momento en que el anciano dormía, pues se había mostrado siempre muy celoso de su archivo secreto. En la primera pieza que me cayó á mano, el nombre de mi familia, muchas veces repetido, hirió bruscamente mis ojos y solicitó mi atención con un poder irresistible.
Par Dios que los he de volar, chico con grande, o como pudiere, y que, por negros que sean, los he de volver blancos o amarillos. ¡Llegaos, que me mamo el dedo! Con esto, andaba tan solícito y tan contento que se le olvidaba la pesadumbre de caminar a pie.
Solicitó y obtuvo para su hermano el destino de gerente de una pequeña sucursal del Banco de la Nación, en el Tandil, interesante pueblo de la provincia de Buenos-Aires. Y fuese con él y con Coca a establecerse en el pueblo. Adolfo había protestado. Yo no puedo permitir, Laura, que tú vayas a soterrarte, en plena juventud, en un pueblo de campo.
No engaño a éste ni solicito aquél, ni burlo con uno ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen, es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera.
Harto satisfecho me juzgaré si me perdona la frescura con que he sacado á relucir, de golpe y porrazo, el que él sacudió en la calle de la Blanca sobre su cacofónico adversario, que ya no existe, razón por la cual no solicito también su indulgencia.
Ella no sabía lo que significaba la tal mula ni el tal buey; pero atenta á que todas las cosas fuesen perfectas, reclamó una y otra vez del solícito padre el par de animales que se había quedado en Santa Cruz.
Federico... una aceitunita... No tome tanta mostaza, criatura, que le puede hacer daño. Resérvese para las perdices. Me consta que están riquísimas. ¿Quiere Burdeos?... Aguarde, yo me encargo de traerlo... Y se levantaba solícito, daba la vuelta a la mesa y traía un par de botellas que colocaba delante del mancebo. Se ha puesto usted muy bueno en Lancia.
Y entonces, de improviso, desaparecieron su angustia y su tristeza: ya no la sentía tan alta y lejana de sí; por el contrario, la veía cerca, la consideraba suya, pues en su alma nacía, no el descontento que el otro expresaba, sino un ímpetu de ternura que lo inducía a pensar en la enferma, un sentimiento de pena y compasión, una necesidad de prodigar a la dolorida criatura los cuidados más asiduos, el afecto más solícito, de recompensarla de sus pasados dolores, de colmarla de felicidad.
Palabra del Dia
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