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Actualizado: 30 de abril de 2025


Contemplaba Roger con admiración el soberbio animal, pero Simón no pudo resistir el instinto del cazador y preparó su arco. ¡Tête Dieu! exclamó en voz baja. No vamos á tener mal asado en la comida. ¡Teneos, amigo! dijo Tristán posando la mano sobre el arco de Simón, á tiempo que el gamo desaparecía á todo correr. ¿No sabéis que la ley es rigorosísima?

32 Y el soberbio tropezará y caerá, y no tendrá quien lo levante; y encenderé fuego en sus ciudades, y quemaré todos sus alrededores. 33 Así dijo el SE

Oir estas palabras la tía Jeroma y lanzarse sobre su hijo y propinarle un soberbio bofetón todo fué uno. El inocente mozo puso el grito en el cielo y protestó de tamaña injusticia con tan fieras voces que parecía llegado el día del juicio final.

29 Hemos oído la soberbia de Moab, que es muy soberbio, su hinchazón y su orgullo, y su altivez y la altanería de su corazón. 30 Yo conozco, dice el SE

Apenas salimos del caño y entramos en el brazo principal del río, ancho, correntoso, soberbio, nos amarramos a la orilla, para esperar las últimas órdenes de la agencia. Fue allí, durante aquellas seis o siete horas, cuando comprendí la necesidad de echar llave a mi estómago, y olvidar mis gustos gastronómicos hasta nueva orden.

Después me puse a reflexionar en lo fácil que me hubiera sido jugar una mala pasada al alcalde y alzarme con el cargo; pero no; hubiera sido una felonía. Por más que fuese un poco díscolo y soberbio, al fin era amigo: tiempo me quedaba para ser alcalde.

Para servir más eficazmente á los enamorados, y con aprobación de la Reina, se presenta Ramón á Roberto con un soberbio carruaje y un tren de seis caballos, supuesto regalo del almirante de Castilla, y entra de cochero á su servicio.

Al verla, Leopoldina Pastor corrió al soberbio piano de Erard, que estaba en un ángulo, arrancó de un solo tirón la rica y antigua colcha brocada que lo cubría, y se puso a tocar furiosamente el flamante himno de doña María Victoria, una de las intemperancias filarmónicas en que tan fecundo fue siempre el partido progresista.

Era muy soberbio, y el amor propio descollaba en él sobre la conciencia y sobre los sentimientos todos; de manera que nada le molestaba tanto como verse y reconocerse inferior a su mujer. Cuando, media hora antes, prometió confesar sus faltas, hízolo movido de orgullo, para engalanarse con la sinceridad, a la manera del fatuo que se da tono con una cruz.

Viva en la corte ufano el soberbio político muriendo, y en solio soberano vivan con él los que le están vendiendo; que yo sin esta muerte contento vivo con mi humílde suerte. Beba en taza dorada el príncipe mayor: tenga su mesa de siervos rodeada; que yo á quien de esta vanidad no pesa, bebo en taza de hielo el líquido cristal de un arroyuelo.

Palabra del Dia

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