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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Yo soy del Centro, y, sin embargo, lo reconozco sinceramente. El problema catalanista, en el fondo, no es más que la lucha de un pueblo fuerte y animoso con otro pueblo débil y pobre, al cual se encuentra unido por vínculos acaso transitorios... Hemos callado.
Desearía que ahora guiasen mi elección menos las puras conveniencias que una inclinación sinceramente sentida... He aquí por qué, antes de dar a mis ensueños actuales una forma de realidad, he querido oír el parecer de un hombre serio... Usted vive en París, señor Delaberge, usted tiene experiencia del mundo y podrá, por tanto, aconsejarme bien.
Una indignidad, señor de los Peñascales... lo que puede desempeñar un cónsul de tres al cuarto. ¡Qué atrocidad! exclamó don Simón sinceramente escandalizado. Pues así va todo, amigo mío. Pero a bien que no me extraña, porque soy viejo en esta casa, y conozco hasta sus menores escondrijos. Habrá usted sido diputado varias veces...
En ella, más que en la riqueza, cifraba su dicha, y solía decir muy sinceramente: No temo el juicio de los demás. Temo el fallo severísimo de mi propia conciencia. No gustaba de parecer generoso, pero no era mezquino ni avaro.
Una muchedumbre compacta rodeaba la valla y la policía maltesa no bastaba para contener la curiosidad pública. ¡Diablo! dijo el doctor , ¿es que esa señora se habrá matado para jugarnos una mala partida? No la creía tan fuerte como todo eso. El conde se mordía el bigote sin decir nada. Había amado a la señora Chermidy durante tres años y se había creído sinceramente correspondido.
¿Serías capaz, Laurita, comenzó con la voz ligera como un soplo, cuando estuvieron solas, serías capaz de explicarme sinceramente algo que quiero preguntarte? Sí, siempre soy contigo sincera. ¿Por qué te preocupó, aquella vez, que Camucha pudiera haber contado a Julio tu asunto con José Luis? Laura ni pareció siquiera advertir el tono demudado con que la había Adriana interrogado. ¿Preocuparme?
Me arrepiento sinceramente de ello; ésa es la única falta que tengo que reprocharme; y por eso es que imploro vuestro perdón. ¡Perdón! ahora veremos. ¿Permaneció mucho tiempo Federico con Elena? Dos o tres minutos, señora. Tanto tiempo, ¿y qué le dijo? No lo sé, señora. ¿Y ella no os llamó? Creo que sí, señora, pero yo no la oí. ¡Hipócrita, no le oisteis y estabais a diez pasos de distancia!
Coca hizo un gesto como diciendo que no les importaba la casa y la mesa, sino el dueño de casa y amigo... Mientras éste, saboreando el postre, un dulce de fresas, exclamaba sinceramente: ¡En mi vida comí nada más delicado! Es obra de Laura observó Coca, faltando impudentemente a la verdad, porque ella era la autora del dulce.
Si la navegacion de los rios y las numerosos y excelentes carreteras interiores facilitan las comunicaciones, el Gobierno, sinceramente preocupado con el interes público, ha costeado ferrocarriles que ligan el país con las vias férreas de todos los Estados vecinos.
Siendo informado el P. Visitador del estraño encuentro de los de la Reducción de San Joseph, ordenó que cien indios del mismo pueblo, pertrechados de armas, volviesen, no para castigar la crueldad de aquellos malvados, sino para traer los huesos de los muertos para darles honrosa sepultura y que con buenos modos, aunque siempre con las armas en la mano, les certificasen sinceramente del fin porque iban á su pueblo y del amor que, aun después de cometida aquella bárbara atrocidad, les tenían.
Palabra del Dia
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