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Actualizado: 30 de abril de 2025
Su primer libro, Memorias de un vigilante , vio la luz bajo el pseudónimo de Fabio Carrizo; le siguieron Viaje al país de los matreros y En el mar austral . En el tercer aniversario de su muerte se reunieron sus cuentos, publicados en la revista Caras y Caretas, bajo el titulo Cuentos de Fray Mocho . Otros no han sido publicados en libro y aparecerán con el título Salero Criollo.
Viendo, pues, los gallegos el mal recado que habían hecho, con la mayor presteza que pudieron, cargaron su recua y siguieron su camino, dejando a los dos aventureros de mala traza y de peor talante. El primero que se resintió fue Sancho Panza; y, hallándose junto a su señor, con voz enferma y lastimada, dijo: ¡Señor don Quijote! ¡Ah, señor don Quijote!
15 Mas sabiéndolo Jesús, se apartó de allí; y le siguieron grandes multitudes, y sanaba a todos. 17 para que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que dijo: 18 He aquí mi siervo, al cual he escogido; mi Amado, en el cual se agrada mi alma; pondré mi Espíritu sobre él y a los gentiles anunciará juicio.
Ambos avanzaban impávidos al través de la noche y la lluvia, presagiando la muerte. Siguieron un buen trecho a lo largo de la muralla y al llegar a la carretera de Sarrió tomaron por ella. No habían andado cinco minutos cuando oyeron cerca un gemido. Pararon en firme, y acercándose al pretil distinguieron un bulto; se aproximaron un poco más y vieron sentada una niña.
En los días que siguieron a la primera visita del administrador de la casa, no pudo la prójima apartar de su pensamiento a la que por tan breve espacio de tiempo fue su amiga. «¡Quién le había de decir a ella y quién me había de decir que viviría en su casa! ¡Qué vueltas da el mundo! En aquellos días, ni a mí se me pasaba por la cabeza venirme aquí, ni esta casa era tampoco de ella.
Siguieron a esto frases de un orden más romántico que financiero, en las cuales el desgraciado señor expresó una vez más el consuelo que experimentaba su alma dolorida respirando la atmósfera de aquella casa, y descargando el fardo de sus penas en la indulgente persona que ocupaba ya el primer lugar en su corazón y en sus pensamientos. Rosalía se retiró de la ventana con la cabeza trastornada.
La verdad es que en los días que siguieron a esta escena, Julita se manifestó digna de una plenipotencia de primer orden. Pocos diplomáticos se hubieran conducido con tanta habilidad.
Esto del horizonte avivó en la mente de la joven aquel naciente anhelo de lo desconocido, del querer fuerte sin saber cómo ni a quién. Lo que no podía era compaginar esperanza tan incierta con la vida de familia que se le recomendaba. Pero algo y aun algos se le iba clareando en el entendimiento. Feijoo mejoró sensiblemente en los días que siguieron al arrechucho aquel.
Paréceme que suena gritería en la quinta. Sin duda vienen á apagar el fuego. Pues andemos de prisa, si es que yo puedo. Ya no dan con nosotros; está muy lejos y por aquí hace obscuro. Pues silencio, no nos sientan. Siguieron caminando en silencio. Poco después estaban sobre el camino, y al cabo entraron en un ventorrillo.
De este modo siguieron hablando ambas hermanas hasta que sonaron las diez, hora en que solían acudir a la tertulia de los de San Teódulo.
Palabra del Dia
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