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Actualizado: 19 de junio de 2025


Con esta precaución respondo de que encontrará muy pronto á tío Juan de la Llosa y compañeros de robla, al mayorazgo Seturas y convecinos, y á cuantos personajes de su estofa he tenido el honor de presentarle. Pero es preciso que no tarde mucho en emprender la expedición.

Del primer resoplido, al morder el helado, fué éste con la copa hasta la mesa inmediata; y como el que ha tragado polvos de salbadera, Seturas escupía, se sonaba las narices y gritaba pidiendo agua, empeñado el iluso en que aquello abrasaba; y, por último, comenzó á estornudar ... ¡pero de qué modo!: cada estornudo era un cañonazo bajo los relucientes techos del café, acompañando á cada explosión una lluvia menuda que fué la delicia de los inmediatos parroquianos, durante las quince ó veinte veces que las mucosas de don Silvestre le dijeron «agua va». El estrépito duró un par de minutos.

Y no se vaya á creer que este agujero del bolsón patrimonial apenaba al solariego; nada de eso. Seturas pleiteaba con la desdeñosa tenacidad de todo buen montañés, para quien nada supone el bollo cuando se trata del coscorrón; lo propio hizo su padre, muerto gloriosamente de un sofocón á la puerta de la Audiencia, por llegar á tiempo á presenciar la quincuagésima-octava vista del proceso.

Porque un hombre que, como don Silvestre Seturas, tiene: cinco pies y medio de talla, tres ídem de espalda, tanto estómago como despensa, tanta salud como estómago y tres mil reales de renta;

Vámonos, pues, á ver lo que sucede en casa de don Silvestre Seturas. No bien llegaron á ella los dos amigos, cuando el de Madrid, arrojando sobre una silla su sombrero, y dejándose caer sentado en la inmediata, dijo, entre desalentado y furibundo: ¡No puedo más, amigo mío! Esta reciente escena acabó con mi paciencia y con la última de mis pueriles ilusiones.

Todo esto es verdad, y, sin embargo, estimando a Pedro Sánchez más que nadie, no acabo de convencerme de que Pereda y yo nos equivocásemos tan de medio a medio; y sea montañesismo, sean recuerdos infantiles, vuelvo siempre con amor los ojos hacia el poeta de La Robla y de La Leva, y por más esfuerzos que hago, no puedo simpatizar con Matica y sus amigos, ni con el señor de Valenzuela, como simpatizo con don Silvestre Seturas o con don Robustiano Tres-Solares.

Efectivamente, don Silvestre comprendió al punto que su hacienda era harto exigua para cubrir con ella todas las necesidades de una familia, si no había de descuidar las exigencias de su pleito: para que no se extinguiera en él la raza de los Seturas legítimos, tenía que transigir con el concejo. Don Silvestre no vaciló. «Piérdase la casta, dijo; pero adelante el pleito

Bien debe saber el lector de por acá, que de ninguno de estos pormenores puede prescindir un mayorazgo del corte de nuestro Seturas, si no se cruza en su vida algún incidente extraordinario, como se cruzó en la de don Silvestre años después de su advenimiento al mayorazgo.

Entonces el vecindario, que se evitaba un gran rodeo para servir la llosa yéndose por la linde del prado de los Seturas, reunido en sesión y asesorándose de un procurador, contestó al mayorazgo que estaba bien lo del dinero; mas que en cuanto á lo de la rodada: «Visto que en la obligación del primer Seturas no aparecía término alguno para su compromiso;

Y para , al nombre de Pereda van unidos inseparablemente, no Pedro Sánchez, en las barricadas ni en la oficina de un gobierno político, sino don Silvestre Seturas, en su perpetua lucha con los curiales, heredada de tres generaciones; Cafetera, trincando la estopa y sosteniendo batalla campal con Pipa y los de su cuadrilla, a la sombra veneranda del castillo de San Felipe; Juan de la Llosa, examinando gravemente la estampa de la Leona y de la Gallarda; Tremontorio, tejiendo su red o consolando a las mujeres en la rampa grande del Muelle; don Recaredo, marcados pecho y espalda por la garra de los osos inmolados en sus cacerías.... El otro Pereda será una de las esperanzas, o mejor dicho, una de las realidades de la novela contemporánea española; tendrá algo de Balzac y algo de Dickens y algo de Topffer.... Yo lo reconozco, y le admiro más que nadie, y me alegro que haya demostrado esta vez que sabe hacer una novela en todo el rigor de la frase; en suma, que puede hacer cuanto hacen otros.

Palabra del Dia

rigoleto

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