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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Arrepentido de la condescendencia, Doria hizo en la Real señales de levar pasada la media noche: había ocurrido una mudanza en el viento que trastornaba todos los supuestos. De Sur que empujaba el viaje hacia Malta, había saltado al NE., justamente por la proa. En tierra habló el Duque con D. Álvaro de Sande, imponiéndole de lo ocurrido y de su propósito de embarcar por la madrugada.

D. Alvaro de Sande, digo, que yo vine á esta corte á besar las Reales manos de V. M., y por su ausencia he estado aguardando aquí algunos días, en los cuales he entendido que algunas personas, con particulares respectos é invidias, han querido informar á V. M. de cosas que en la jornada de Trípol y fuerte de los Gelves me quieren cargar injustamente y en contrario de la verdad, é aunque estoy cierto que V. M. no habrá dado crédito, ni dará á sus parlerías, todavía he querido dar á V. M. relación por escrito de todo lo que en la dicha jornada pasó, desde el principio hasta el fin, la cual es la siguiente, y suplico á V. M. sea servido verla.

D. Álvaro de Sande se encontró en el fuerte con muchas de estas mujeres, que hacían subir el número de bocas á más de 5.000, cuando las raciones estaban calculadas para 2.500 en mes y medio.

En 1578 el Gobernador general «Sande», á su vuelta de una expedición que hiciera á Borneo, destacó al Capitán Rodríguez de Figueroa á la isla de Mindanao á fin de que la redujese á la obediencia de la corona de Castilla.

Viendo el Bajá una cosa tan vergonzosa, hizo vela y comenzó á seguir la armada de cristianos, y toda la desbarató sin pelear, y Su Excelencia, que á esta sazón se hallaba en la mar con un esquife, con D. Alvaro de Sande, en que se iba á embarcar, viendo que la armada turquesca daba caza á la cristiana, con el mismo esquife se tornó en tierra, y así hicieron todos los otros señores capitanes y soldados que pudieron hacer lo semejante, cosa de gran compasión, de ver el señor Juan Andrea Doria embestido con su galera en tierra, la cual encalló, y todos fueron presos, y él se fué con su esquife al fuerte.

Los turcos eran tantos de número, que ganaron el sitio donde estaba el capitán Juan Osorio, el cual se retiraba escaramuzando la vuelta del fuerte, y llegó á socorrelle el capitán D. Jerónimo de Sande con su compañía de arcabuceros; mas tornando á cargar los turcos, ganaron por fuerza el primer sitio del pozo, y viendo D. Alvaro de Sande trabada la escaramuza tan bravamente, que siempre crecían los turcos con algunos moros que venían con ellos, dió orden á los dos Capitanes que se retirasen á la vuelta del fuerte, y lo mismo puso el capitán Galarza, el cual escaramuzaba en la posta de su guardia sin haberse retirado, porque allende del socorro que le había llegado, el sitio era aparejado para poderse defender.

Quiso llevar consigo á D. Álvaro de Sande, que tampoco tenía obligación que cumplir en los Gelves: con todo, díjole éste que, considerando si le era mejor hacer compañía á Su Excelencia ó quedar donde se hallaba, entendía convenir lo último al servicio de Dios y del Rey y á su propio respeto, porque habiéndose salvado mucha gente de las galeras y siendo de diferentes naciones y calidades la acogida al fuerte, era menester persona de mayor cargo que el Maestre de campo Barahona para tenerla á raya y cuidar de la economía del agua y bastimentos.

Al embarcar pasando muestra, no recibiendo todas las pagas debidas, se amotinaron los españoles, hiriendo al capitán Antonio de Mercado que procuraba acordarlos, y tomaron el camino para volverse á Lombardía. D. Álvaro de Sande y el embajador los alcanzaron á diez millas de distancia, que sólo desandaron con promesa de recibir cuatro pagas.

D. Álvaro de Sande no sale tan bien librado como en las relaciones impresas, en ésta, que deja suspenso y conmovido el ánimo del lector. Sacada del italiano en español. Forma un códice en 4.º de 61 fojas, escritas por tres manos distintas, por cuadernillos, por la urgencia con que se tendría que sacar la copia. La hoja primera de guarda dice: La jornada de Berbería de 1560 y 1561.

Diego del Castillo no asistió á la jornada de los Gelves que relata: habla por referencia, pero con buenos informes, que no es aventurado presumir procedieran del mismo D. Álvaro de Sande, á quien ampara contra opiniones contrarias, pues refiere dichos y hechos que no constan en las otras relaciones ni era fácil supiera de otra lengua; y la oportunidad de sus escritos se acredita por los que van apareciendo, en prueba del gran número de los que sin duda produjo el desastre que á tantas familias dejaba lastimadas.

Palabra del Dia

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