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Actualizado: 5 de julio de 2025


Aguardaban horas enteras a que una gallina solitaria se aproximase a ellos, y retorciéndola el cuello continuaban la marcha, para encender una hoguera de leña seca en mitad de la jornada y engullirse el pobre animal chamuscado y medio crudo con una voracidad de pequeños salvajes. Temían a los mastines del campo más que a los toros.

El entusiasmo falta, y en vez de toda poesía, de todo arte, de toda emocion dulce, profunda, nueva, sorprendente, no se ve en toda la escena sino el instinto maquinal de la carne, el poder del hábito dominando la materia, pero jamas el corazon ni el alma de aquellos salvajes de la civilizacion. Ninguno de ellos goza bailando, porque la danza es una ocupacion necesaria como cualquiera otra.

El Capitán y sus compañeros tuvieron que hacer peligrosos ejercicios gimnásticos para andar por aquellos puentes y corredores, cuyos pisos eran muy semejantes a los de la casa aérea de que atrás hablamos. Varias veces estuvieron a punto de caerse, pero sus guardianes les ayudaban a seguir, acostumbrados como estaban aquellos salvajes a caminar por tales suelos sin poner jamás el pie en falso.

Después de su existencia en aquel mundo de cráneos escuetos y huesos pelados, este rostro humano le causó la misma impresión de grata sorpresa que siente el explorador al encontrarse con la cara de uno de su raza tras larga permanencia entre salvajes.

Vaya, no perdamos tiempo; y si los salvajes están todavía a tiro de fusil, tratemos de aligerar su retirada. Al ser asaltados, quizá abandonen las calderas. ¡Andando; a escalar las rocas! Era inútil pensar en seguir pescando mientras no volvieran a su poder las pailas para la preparación del trépang.

Fué esto después de 1870, cuando el gobierno de Buenos Aires, cansado de tolerar las rapiñas de los indios salvajes y ladrones casi á las puertas de su capital, había completado la obra conquistadora de los antiguos españoles enviando al desierto una expedición militar, que se enseñoreó de veinte mil leguas de terreno, casi todo él laborable.

Los había de varias razas y tamaños, todos sucios, con los ojos amarillentos y una baba rabiosa en los colmillos: animales casi salvajes, que sólo de tarde en tarde veían llegar algún pobre, y sentían feroz extrañeza ante Isidro, irritados por su exterior de hombre de ciudad. No ladraban.

Los perros salvajes, llamados dingos, se parecen más a las zorras que a los lobos. Son fuertes y fieros, y cuando están reunidos no le temen al hombre. Si huían era, sin duda, porque no se tenían allí por seguros.

En pampango existe todavía ese radical y significa «antiguo», de suerte que podemos deducir que mangian es nombre que se aplicó á unos hombres considerados como antiguos pobladores y como tales empujados al interior por modernos invasores que en sus lenguas les llamaron «los antiguos». Como luego resultó que los recien venidos eran ó fueron más civilizados que los vencidos empujados al interior ó á las montañas, consideraron á estos como cimarrones ó salvajes y su antigua apelación tomó por extensión este nuevo significado.

Porque él ha destruído los colegios y quitado las rentas a las escuelas, el nuevo Gobierno organizará la educación pública en toda la República con rentas adecuadas y con ministerio especial como en Europa, como en Chile, Bolivia y todos los países civilizados; porque el saber es riqueza, y un pueblo que vegeta en la ignorancia es pobre y bárbaro, como lo son los de la costa de Africa, o los salvajes de nuestras Pampas.

Palabra del Dia

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