Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de julio de 2025
Dos pailas de metal, de un metro de diámetro y de treinta y cinco a cuarenta centímetros de profundidad, grandes espumaderas, unos cuantos arpones y gran cantidad de leña fueron embarcados en la chalupa. ¿Está cargada la lantaca? preguntó el Capitán. De metralla respondió el viejo . Si a los salvajes les entran deseos de molestarnos, los saludaremos con una buena rociada.
Los restantes salieron del tejar, sin tener tiempo mas que para colocarse las cartucheras, tomar el fusil e ir a ponerse en filas, completamente desnudos en la nieve como verdaderos salvajes.
Y sin embargo, esta discorde algazara sin melodía y sin ritmo, más primitiva que la música de los salvajes, es alegre en aquesta singular noche, y tiene cierto sonsonete lejano de coro celestial.
Los indios de América, que son todavía salvajes, atraviesan al pez que pasa con su ayagaza ó el dardo salido de su cerbatana, con una seguridad admirable. Además, los arroyos y los ríos estaban en otro tiempo bastante más ricos de peces que en nuestros días.
Todas las tardes vecinos y forasteros corren á contemplar á los salvajes prisioneros, admirar sus gracias é inteligentes evoluciones de todo estilo, y obsequiarlos, según la predileccion de cada cual, con bizcochos y golosinas.
Pusiéronlos en paz los salvajes, los cuales con mucha presteza volvieron a armar y a encajar las tablas del castillo, y la doncella se encerró en él como de nuevo, y con esto se acabó la danza con gran contento de los que la miraban. Preguntó don Quijote a una de las ninfas que quién la había compuesto y ordenado.
Entonces, los gritos de los españoles agarrotados en medio de aquel horno, fueron tan atroces que los piratas, como a pesar suyo, lanzaron aullidos salvajes para ahogar la voz desgarradora de aquellos infortunados. El incendio estaba entonces en toda su fuerza.
Salvajes mugidos, aullidos plañideros, estertor y gritos de ahogado, crujidos y lamentos de la pobre nave, que vuelve á revivir como cuando estaba en su bosque y se queja antes de exhalar el último suspiro, todo ese horroroso concierto no impide oir el cordaje que se complace en imitar los agudos silbidos de las serpientes.
Eran éstos los Paunapas, Unapes y Carababas, pueblos sobremanera salvajes, de poco ánimo y cobardes; todos, hombres y mujeres, andan bárbaramente desnudos, y aunque de distintas lenguas y costumbres que los Manacicas, tienen la misma religión de adorar al demonio en la forma que se les manifiesta.
Palabra del Dia
Otros Mirando