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Hasta el formalito Zalamero se descompuso en aquella ruidosa ocasión, dando pitidos y chillando como un salvaje, con lo cual se ganó dos bofetadas de un guardia veterano, sin más consecuencias.

Cada uno necesita para vivir el elemento que le ha formado: el hombre culto, la civilización; el salvaje, la naturaleza. SUUM CUIQUE, Silvestre, como decía nuestro dómine cuando daba un vale á algún discípulo aplicado, mientras desencuadernaba las costillas á zurriagazos á otros veinte holgazanes.

En el fondo del bosque brama el Arve, torrente furioso allí, y donde quiera reina la majestad de la naturaleza salvaje.

Este hecho inaudito, propio solo de una raza salvaje é indómita, produjo el efecto consiguiente en el ánimo del capitán y de los pocos soldados que tenía á sus órdenes. Siendo rotas las treguas y ávidos de venganza, no hubo perdón ni misericordia.

En guerra.... Si les vuelvo a encontrar... van a la calle por el balcón... y detrás. ¡Valiente papamoscas! Pero hombre, no mates tanta gente, que se acaba el mundo. ¿Qué buscaban esos pillos? El pillo eres ... salvaje. ¡Tanto rezar rosarios en casa de D. Felicísimo, y llama pillos a los señores sacerdotes!... ¿A qué venían? A lo que nos ha dado la gana.

Podía distinguir todos los objetos de su choza, pero su oro no estaba allí. Se llevó de nuevo las manos trémulas a la cabeza y lanzó un grito salvaje y estrepitoso, el grito de la desesperación.

Salió, y cuando iba en busca de la puerta por el pasillo, que oscurísimo como la caverna de Montesinos estaba, tropezó con un bulto, el cual, por el agudo chillido que siguió al choque, demostró ser mujer y mujer muy sensible. Brutísimo, salvaje.... ¿no tiene usted ojos en la cara? gritó la voz . ¿Qué modos son esos?

La artemisa con las tradicionales virtudes de sus jugos; la yerba buena con las delicadas emanaciones de sus ásperas hojas; el adusto romero con su salvaje independencia, adornan las faldas del coloso, esparciendo á su alrededor finísima fragancia. Cuando el ábrego hiere las copas de las casuarinas produce en sus delicadas ramas una armonía extraña y conmovedora.

En los infinitos huecos de aquella fabricada montaña habita la salvaje república de palomas, ocupándola con regio y no disputado señorío. Son los parásitos que viven entre las arrugas de la epidermis del coloso. Es fama que no les importan nada las revoluciones; ni en aquel libre aire, ni en aquella secular roca hay nada que turbe el augusto dominio de estas reinas indiscutidas e indiscutibles.

He recelado desilusionarme al conocerlo. ¿Quién me asegura que los escritores franceses no sean presumidos y fatuos? ¿Qué necesidad tengo yo de extremar mis amabilidades y de hacer esfuerzos para insinuar en la mente de esos señores que no soy una salvaje, que estoy al nivel de ellos, que comprendo sus profundidades y sutilezas, y que, aun suponiendo que en España, en Portugal y en el Brasil esté la gente muy atrasada y hasta sea de casta inferior, yo, por excepción fenomenal y monstruosa, he podido elevarme hasta hombrearme con ellos?