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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Fue al extremo opuesto de la villa, en busca de otro amigo, pero tampoco estaba en casa. Pensó, como supremo recurso, en el marqués de Jiménez. Este no podía abandonarle; le pediría socorro aunque fuese de rodillas. Arrastrando los pies, llegó al barrio de Salamanca.

La misma senda siguió después Fernán Pérez de Oliva, natural de Córdoba, maestro de filosofía y teología en Salamanca, vertiendo en prosa castellana, con la misma libertad, diversos dramas antiguos. No sólo suprimió cuanto quiso, sino que intercaló algo suyo, de ordinario con poco criterio, y tan opuesto á la rapidez de la acción como favorable era lo suprimido.

La Universidad ha sido, moral y materialmente, el alma y la vida de Salamanca, la fuente de su grandeza y de su renombre, la ocasión y origen de casi todos sus mejores monumentos.

Sirve á Dios y á la humanidad ¿quién lo duda? sin anhelarlo en el fondo de su conciencia, sin cifrar en ello una grande ilusion de su vida, aun cuando lo hiciera sin comprenderlo, D. José Salamanca seria de todos modos un aventajadísimo obrero de la civilizacion de un siglo, un laboriosísimo menestral de la historia: sirve á la humanidad y á Dios, todo genio sirve, dejaria de ser genio si no sirviera; pero su primera intencion no es servir, sino ser servido.

Abundaban en aquella calle las tiendas de filigranas de plata y oro, trabajadas éstas del propio modo que en tiempos de la Reina Católica, y había también bastantes librerías..... ¡Librerías en Salamanca! ¡Era de esperar! En todo lo demás, nosotros cogíamos intacta y con el polvo de los siglos la decrépita Calle de la Rúa.

D. Modesto Falcón, individuo correspondiente de la Real Academia de San Fernando, Secretario de la Comisión de Monumentos de Salamanca, etc., etc. Dice así: «Parece que en los últimos años del siglo XV llegó á Salamanca la Corte, y con la Corte muchos grandes, prelados, damas y caballeros.

En la Universidad de Salamanca, el poeta Torres de Villarroel no encontraba ni una sola obra de geografía, y cuando hablaba de matemáticas, los discípulos le decían que eran cosas de sortilegio, ciencia del diablo que únicamente podía entenderse untándose con el ungüento que usan los brujos.

El no los da á los pobres, sino á su señora, para que su señora tenga la piadosa satisfaccion de darlos á los pobres; Cada cual se entiende, y D. José Salamanca es un hombre que se entiende siempre á las mil maravillas. Sentados los ligeros datos anteriores, preguntarémos: ¿quién es más grande, Rothschild ó Salamanca?

Habló casi con júbilo, empleando uno que otro gracejo místico al suplicar a su hijo que no hiciese esperar demasiado al Señor, y que, así como se hallase con fuerzas, montara, luego luego en el cuartago, camino de Salamanca. A vuesa merced, señor Canónigo, toca agora dar a esta alma el empellón que ha menester agregó con inusitada sonrisa, al retirarse.

Lo cual, ¡ay! fue verdad, cuatro años más tarde, cuando de Salamanca había hallado aquel niño manera de pasar, como ayo en la casa de un conde carlista, a estudiar a Madrid.

Palabra del Dia

mármor

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